Un Duolingo de las emociones🗣
Hoy estamos oficialmente en la segunda mitad del año y, a diferencia de las métricas de éxito o evaluaciones de "qué has logrado en estos primeros 6 meses del año", quiero ofrecerte algo distinto. Quiero ofrecerte paciencia, cariño y gracia mientras reconocemos los retos y oportunidades que nos ha traído –individual y colectivamente– estos primeros 6 meses del año. Quiero extenderte admiración por tu valentía de enfrentarlos. Quiero extenderte gratitud por ser parte de este espacio que –semana tras semana– busca inspirar en ti (y en mí, en el proceso) la chispa reflexiva de mirar hacia adentro. Y, quiero extenderte compasión por el simple hecho de navegar todo esto. Me siento agradecida que estés leyéndome hoy, y espero que los desaprendizajes que hemos obtenido en la primera mitad del año nos permitan hacer frente a lo que viene en esta segunda mitad –estamos juntas y juntos en esto.
Como siempre, te comparto el acompañamiento musical para esta edición, ¿te parece si iniciamos con la reflexión de hoy?
El sábado pasado tuvimos nuestra sexta (!!!!) sesión de journalling en el espacio de Acompañar, donde hablamos sobre "Reaprendiendo a manejar expectativas". No puedo creer que ya tenemos seis sesiones donde hemos desaprendido, reído, llorado y sanado en colectivo. Cada sesión supera a la anterior, y no lo digo por los temas ni por lo que hablamos; lo digo porque en cada sesión, las y los participantes de la misma van desarrollando aún más su músculo reflexivo y la vulnerabilidad. Lo hermoso de este espacio, a mi parecer, es que todas y todos nos abrimos a dejarnos transformar por las experiencias de cada una/o de los participantes. Y creo que a medida que vamos avanzando, la confianza se vuelve más fuerte para permitir esto.
Mientras hablábamos sobre las expectativas (qué son, de dónde vienen, cómo nos sentimos con ellas), me encontré usando un término que no había usado anteriormente: idioma emocional. Es más, en la grabación de la sesión se puede identificar mi cara de emoción mientras estoy hablando sobre esto, porque el primer lugar donde pensé en reflexionarlo aún más, fue aquí en Adentro.
Ok, Mariana, ¿de qué se trata el idioma emocional?
Voy pa' allá.
Básicamente, le estaba comentando a las y los participantes de Acompañar que en el proceso de revisar nuestras propias expectativas, identificar cuáles hacen sentido y cuáles pueden negociarse, y reaprender cómo comunicarlas para manejarlas, también vamos desarrollando un manejo fluido del idioma emocional de nuestro mundo interno. Y, la gran oportunidad (y desafío) de comunicar estas expectativas, es que en ese trabajo de conocer nuestro idioma emocional, también nos vamos implícitamente abriendo a conocer el idioma emocional de otra persona –lo cual puede sentirse emocionante, abrumador, confuso y torpe (y, a veces, todas estas emociones a la vez).
Hablando sobre esto, me acordé de la frase/película "Lost In Translation" (cuyo nombre en español es "Perdidos en Tokio", pero se traduce literalmente a "perdido en la traducción"). Me puse a pensar en cuántos detalles de nuestro mundo interno se "pierden en la traducción".
¿Cuántas palabras, emociones, sensaciones y memorias quedan almacenados en nuestro idioma emocional?
¿Cómo traducimos esto a un idioma que no es el nuestro?
¿Cuántas experiencias y sensaciones emocionales no quedan perdidas durante el proceso de intentar traducirlas?
Hablar de expectativas es hablar de nuestras relaciones, porque revisar las mismas nos pide revisar los deseos y necesidades que tenemos sobre nuestras relaciones significativas –y cómo nos sentimos cuando la realidad coincide o no con estas expectativas. Y, cada vez que estamos hablando sobre relaciones, también estamos hablando sobre mundos internos distintos. Pienso en la frase de "cada cabeza es un mundo" como una forma de explicar cuán diverso puede ser cada mundo interno, y pienso también en cómo esa frase se puede extender a: "cada cabeza es un mundo interno". Y, ¡uf! Si nuestros mundos internos se sienten complejos por sí solos, imaginémonos la complejidad de cuando varios mundos internos están coexistiendo.
Así es mas o menos como imagino que ocurre: a lo largo de nuestra vida, nuestras relaciones tempranas con cuidadores, familiares, maestras/os o cualquier otra persona significativa en nuestra vida va enriqueciendo ese "idioma emocional". Es en la infancia y en la adolescencia la responsabilidad de las/os adultas/os ir "traduciendo" ese idioma emocional para nosotras y nosotros. En la adultez –gracias a la maravillosa capacidad de desaprender– logramos ir desarrollando ese idioma para que haga sentido de lo que ocurre en nuestro mundo interno; y, con esta oportunidad se presenta una gran responsabilidad: nos compete a nosotras/os ir manejando ese idioma para lograr comunicarnos con las personas a nuestro alrededor y, así, ir traduciéndoles nuestras emociones, experiencias, sensaciones, deseos y necesidades emocionales.
Y, sí, lo es. Pero también es la manera en la que dos mundos internos (o más) logran co-existir de manera armoniosa. El proceso de mirar hacia adentro hace que nuestro mundo interno se sienta más complejo, rico y enmarañado. Y creo que, naturalmente, nuestras relaciones empiezan a desarrollarse de esa misma forma. Y, a mayor complejidad y enmarañamiento relacional, creo que también hay más riesgo para malentendidos y tensiones relacionales –lo cual es absolutamente natural, esperado y común porque existe una mayor intimidad emocional. Y aquí es donde entra la importancia del idioma emocional.
Reconocer que tenemos un idioma emocional –y que el mismo es único, idiosincrático y vivido por nosotras y nosotros– nos permite reconocer que las personas a nuestro alrededor también tienen su propio idioma emocional (que cumple las mismas características). Y si queremos vivir relaciones sanas, significativas, valiosas, empáticas y vulnerables, es crucial hacer el esfuerzo de traducirle nuestro propio idioma emocional al otro y abrir el espacio para entender el suyo, también.
Cuando elaboré un poco más esta reflexión, pensé en lo vulnerable que se siente aprender un idioma nuevo, especialmente de adulta y adulto –que el cerebro se vuelve un poco más perezoso y rígido ante experiencias nuevas. Pensé en la función de Duolingo, por ejemplo, que ha ayudado a miles de usuarios (yo incluida) a aventurarse en el mundo de los idiomas de una manera un poco más divertida, un poco más a tu ritmo, y un poco más accesible. Y pensé que, quizás, tenemos oportunidad de ir todos los días desarrollando una versión de Duolingo para nuestra idioma emocional: nuestra propia capacidad de ponerle nombre a nuestras emociones, hacer sentido de nuestras reacciones emocionales y explorar –sin juicio y con muchísima compasión– nuestra experiencia emocional frente a diversas situaciones y relaciones.
Y, aunque vulnerable, aprender un nuevo idioma tiene muchas ventajas: nos permite ampliar nuestros canales de comunicación, crea conexiones neuronales nuevas, nos da más formas de expresarnos, nos protege de deterioro cognitivo, desarrolla nuestra creatividad, entre muchas otras. Y, el lenguaje emocional no es la excepción: nos extiende nuestro vocabulario emocional para ponerle nombre a nuestras emociones, nos brinda más herramientas para expresar lo que ocurre adentro, y nos llena de símbolos y palabras que nos permite conocernos y entendernos a nosotras mismas y nosotros mismos a mayor profundidad.
Así como lo mencioné anteriormente, desarrollar una relación con otra persona (de cualquier tipo) exige que nos adaptemos a un mundo interno distinto: con sus propias idiosincrasias y experiencias personales. Y, cuando hacemos el trabajo de desarrollar un idioma emocional personal un poco más sano, también tenemos más capacidad de hacer el trabajo para entender un idioma emocional en otra persona y así, poco a poco, co-crear un idioma emocional relacional que vaya estableciendo una buena base sobre la cual podemos edificar nuestros vínculos de una forma más sana y sólida.
Mi intención con la reflexión de hoy tiene varias partes. La primera, es invitarte a revisar e identificar tu propio idioma emocional: observarlo, curiosearlo, desaprenderlo y reaprenderlo (todo con la misma paciencia y compasión con la que Duolingo nos trata). La segunda, es invitarte a abrirte a conocer el idioma emocional de tus relaciones significativas, con curiosidad y no juicio, y aventurarte a descubrir una forma de comunicarte distinta a la tuya. Y, la tercera, es aprovechar oportunidades todos los días para ir desarrollando tu idioma emocional personal y conociendo el idioma emocional de las demás personas. Estoy convencida que este proceso fortalece una base de empatía, amabilidad y compasión –y que bien nos haría un mundo lleno de relaciones significativas donde estas cualidades abunden.
Mi gentil recorderis para el día de hoy:
Si necesitas un epi para seguir pensando y reflexionando sobre el tema:
E039: ¿Cómo ampliar mi vocabulario emocional?
DesAprendiendo para crecer en sororidad
La semana pasada tuve la súper oportunidad de hablar con el equipo de mujeres de P&G sobre cómo crecer en sororidad. Hablamos sobre la importancia de la sororidad en el trabajo, por qué nos cuesta practicarla, y enriquecimos nuestra cajita de herramientas emocionales en esta área.
Muchísimas gracias al equipo de P&G por la apertura y confianza en desaprender sobre este tema conmigo. Si te interesa ofrecer un espacio psicoeducativo en tu empresa o con tu equipo, te invito a curiosear mi mente. Lee más haciendo clic abajo:
La experiencia vivida es válida y hay que escucharla
La semana pasada, la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos decidió anular el caso Roe v. Wade que permitía el aborto en múltiples estados. Esto significa que, desde el viernes pasado, el aborto ya no es legal en varios lugares del país. Como feminista, mi posición frente a los derechos reproductivos es clara y siempre he sido transparente en a la misma. A medida que crezco, me interesa cada vez menos "convencer" a la gente o intentar que todo el mundo piense como yo. Reconozco que es un tema sensible y puedo entender que todas las personas tengamos opiniones distintas frente al mismo.
Lo que sí me gustaría invitarte a hacer es leer esta crónica desgarradora, que me erizó por completo, publicado en The New Yorker, donde se recuenta las últimas horas en una de las clínicas de mujeres más grandes en Estados Unidos antes que se hiciera el anuncio. Es movilizador, pero creo que es importantísimo leer la experiencia vivida de aquellos temas "controversiales", precisamente para enriquecer + diversificar nuestra opinión al respecto, y darle espacio a las personas que han vivido la precisa experiencia sobre la cual tenemos una opinión.
Puedes leerlo haciendo clic abajo:
♥️Amorcito que recibe Adentro♥️
Que linda forma de darle lugar a un aniversario tan importante!♥️
-Gaby S.
Para escribir en tu journal:
- ¿Qué tan "fluido" hablas tu idioma emocional?
- ¿Qué oportunidades tienes para traducirlo?
- ¿Cómo puedes abrirte a conocer el idioma emocional de otra persona?
Y con estos últimos pensamientos me despido por hoy.
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¡Espero que tengas un lindo fin de semana!
Un abrazo,
Mariana♥️
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