Pensando sobre el lenguaje terapéutico🧐
¡Semana agitada en Panamá! Entre el ruido político que ya se está empezando a sentir y la forma en la que el equipo masculino de fútbol panameño aseguró su puesto en la final de la Copa Oro –una semana de muchas emociones colectivas culturales. Debo confesar que no soy fan de los deportes, pero me emociona el aire de efervescencia colectiva que ha contagiado esta semana a la población panameña. El miércoles por la noche, me hizo muy feliz escuchar en las calles a tanta gente celebrando. Es lindo porque durante en la pandemia, por dos años y medio, se nos cerró la oportunidad de vivir esto –es extra especial saber que se está sintiendo hoy en día.
El news de hoy es una reflexión inspirada en una reciente noticia de cultura popular, e incluye cositas como:
- 😣El arma de doble filo que puede ser el lenguaje terapéutico
- ♥️Dos eventos la próxima semana que me hacen mucha ilusión
- 📰El artículo recomendado de esta semana
Como siempre, te comparto el acompañamiento musical para esta edición. Y, también te recuerdo que aquí puedes encontrar el playlist oficial de adentro.
Los resultados de mis primeros ensayos en mi más reciente maestría fueron algo decepcionantes para mí. Les metí muchísimo cariño y esmero, me preparé, los edité una y otra vez, convertí mis ideas y cada investigación en un documento riguroso –pero, el resultado no fue el que esperaba. En mi primer ensayo obtuve lo que corresponde a una "C" y, pues, te imaginarás que para una estudiante perfeccionista de "A" eso fue... frustrante.
Me tocó amplificar mi voz interna auto-compasiva y recordarme:
"para esto viniste, Mariana, para desaprender, aprender y reaprender herramientas nuevas académicas"
"que gran oportunidad de hacer las cosas de una manera diferente"
"que gran espacio para equivocarte en un campo de juegos académico"
"que valiente de tu parte exponerte –a mitad de tu carrera– a revolucionar la manera en la que has trabajado"
Y, no te exagero cuando te digo que esto me lo repetía una y otra y otra vez. Cuando pude atravesar mi frustración, me senté a cuidadosamente leer la retroalimentación que me hizo mi profesor. Y, una de sus notas, fue particularmente difícil de recibir. En esencia, el mismo me indicó: "cuando introduces un término técnico, tiene que ser 'desempacado' un poquito más para que su relevancia sea explorada y entendida (...) reconozco que muchos de esos términos que has usado se usan en el lenguaje corriente, pero en este curso están cargados con más significado, y necesitan ser tratados de esa manera."
Me acuerdo vívidamente llamar a mi amigo, Bernardo, quien también cursaba una maestría al mismo tiempo que yo y ventilar lo frustrada que estaba con esta retroalimentación. ¿Para qué tengo que explicar y desempacar un término que "evidentemente" conozco y manejo? ¿Lo que él me quiere decir es que cada vez que hablo de algún término psicológico, tengo que definirlo y explicarlo? ¡Qué pérdida de tiempo! Yo no entendía, y cuando yo no entiendo algo –pues, está difícil que lo haga.
Finalmente, llegó el momento de hacer un ensayo en el siguiente semestre. Así que, me senté y volví a revisar la retroalimentación de mis ensayos anteriores antes de iniciar. Me volví a irritar porque no entendía el objetivo de explicar un término psicológico y/o terapéutico –¡a un terapeuta! ¿Acaso no es obvio? Y, como una vocecita internalizada en mi inconsciente, apareció una de las frases insignia de mi papá: "nada es obvio."
Así que lo hice: cada vez que introduje un término terapéutico, lo desempaqué e intenté hacerle sentido con lo que estaba escribiendo. Y, poco a poco me fui desconectando de la rabia. Pero, no fue hasta que reanudé mis labores como docente universitaria que finalmente entendí porque mis profesores me pedían hacer esto: ellos querían saber cómo yo estaba haciendo sentido del material, y si yo repetía como papagayo el lenguaje terapéutico, no había manera que ellos supieran cómo estaba aterrizando todo el material en mí –así como yo necesitaba cerciorarme que mis estudiantes no estuviesen memorizando y repitiendo términos y teorías sin realmente entender de qué estaban hablando.
Hace poco salió una noticia de cultura popular que ha abierto una conversación sobre el uso de palabras y lenguaje terapéutico en nuestras conversaciones cotidianas. En este newsletter, no quiero hablar de la noticia ni quiero hablar del actor ni de su relación –porque no los conozco y no sería ético de mi parte dar opinión profesional sobre algo que no conozco– pero, sí quiero aprovechar esta noticia para reflexionar contigo sobre el arma de doble filo del lenguaje terapéutico.
Un breve contexto histórico: en 1952, cuando se creó la primera edición del manual diagnóstico de trastornos de salud mental (DSM I), se hizo con el objetivo de homologar el lenguaje diagnóstico y facilitar la comunicación entre profesionales. Es decir, que fue creado para ser usado en el ámbito profesional clínico. Pero, en 1980, la tercera edición del DSM se popularizó y, lo que inicialmente eran síntomas, palabras y diagnósticos para uso profesional, se convirtieron en dominio público. Es decir, que lo que originalmente empezó como una herramienta para que las y los profesionales de salud mental pudiésemos comunicarnos entre sí, se ha transformado rápidamente en un documento que empaqueta, reduce y hasta simplifica profundas y complejas experiencias emocionales –precisamente de lo que mi profesor me intentaba alejar.
Adelantemos el tiempo a los últimos 5 años, donde el uso de los servicios de salud mental ha incrementado significativamente y el estigma de salud mental ha bajado significativamente. Hoy en día, hay menos tabú alrededor de buscar ayuda psicológica y cada vez se hace más accesible la información sobre salud mental. Las y los terapeutas estamos cada vez más en Instagram y en TikTok hablando sobre la importancia de cuidar nuestras mentes.
Estos rápidos cambios culturales y digitales han traído muchos beneficios –como un creciente deseo de mirar hacia adentro– y a la vez, traen muchos riesgos. Si ya veníamos con una predisposición a reducir experiencias emocionales en un empaquetado de síntomas –y a eso le agregamos un contexto digital donde las cosas se sienten más rápidas, empaquetadas y reducidas– no es de sorprendernos que tengamos más acceso a "lenguaje terapéutico" (las palabras y terminología que se usan dentro de un contexto terapéutico para nombrar fenómenos emocionales), pero nos demos menos espacio para desempacarlo y averiguar cómo hacemos sentido de aquello que estamos diciendo.
Cuanto más se usa un lenguaje, más común se vuelve recurrir a él –y, las y los terapeutas no somos la excepción. Como tal, no puedo evitar pensar en nuestra responsabilidad en este creciente uso del lenguaje terapéutico. No puedo evitar pensar en lo fácil que se nos es hablar de establecer límites, cultivar auto-cuidado, desarrollar un apego sano, cuestionar relaciones dependientes, sentirnos deprimidos y ansiosas, sanar heridas maternas, tener amor propio, hablar sobre experiencias traumáticas –y así, un sinfín de términos terapéuticos que, tal y como me dijo mi profesor, están cargados de significado.
Cada uno de esos términos significa algo diferente para cada persona, y hay tan poco espacio disponible para digerirlo y hacer sentido de cada uno. Me preocupa que los estemos usando tan a la ligera –sin adecuadamente ofrecer el espacio al otro para desempacar y curiosear cómo está haciendo sentido de esto– que se han terminado colando en nuestras conversaciones cotidianas con la misma simpleza que decir que tenemos que salir a comprar el pan.
El lenguaje y las palabras tienen el poder de hacernos sentir profundamente vistas y vistos. Me conecto con el alivio que produce ponerle nombre a nuestras emociones. Me conecto con el alivio que produce hacer sentido de una situación muy dolorosa a través de la palabra escrita o hablada. Me conecto con el alivio de saber que existe un término para capturar eso que estoy sintiendo en una relación.
Y a la vez –ya sabes lo fan que soy de los "a la vez"– me conecto con el riesgo que adquieren estos términos o palabras terapéuticos fuera de contexto. Me conecto con el riesgo de tener conversaciones vulnerables –que se supone deben ser abiertas, profundas y sentidas– en herramientas digitales, que pueden ser reduccionistas y simples. Me conecto con el riesgo que este lenguaje terapéutico se convierta en un arma para criticar y atacar a otras personas, en lugar de una vía para entenderme mejor a mí misma o mismo. Porque, al final del día, cuando los terapeutas tendemos a ofrecer lenguaje terapéutico es para invitarnos a mirar hacia adentro.
Escribiendo esto, no puedo evitar recordar mis advertencias en varios episodios del podcast sobre cómo mi contenido no es para enviárselo a alguien en plan "te falta establecer límites sanos". La motivación inicial de todo lo que hago es para facilitar espacios para mirar hacia adentro, no para atacar o criticar el afuera. Y, por supuesto que es cierto que al darnos cuenta cosas de nosotras y nosotros, nos damos cuenta de cosas en el otro –pero también es cierto que cada quien es responsable de su propio camino. Es como dice ese refrán, "Siempre es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio" (admito que tuve que Googlearlo, porque me gano el premio de la aniquiladora de refranes por excelencia).
Mi intención con la reflexión de hoy es ofrecer un poco de pensamiento crítico en esta conversación sobre el lenguaje terapéutico. Creo que muchas veces, nos podemos sentir presionadas y presionados a tener una opinión o a ser parte de una conversación controversial. Pero, lo hacemos en plataformas de consumo rápido, acelerado, reduccionista y simplista, que a veces se pierde espacio para realmente desmenuzar elementos sumamente complejos. Por eso amo escribir un newsletter, me siento con mucho más espacio para desempacar, explicar, hacer sentido y hacer mi intención explícita. Una vez me lo escribió un lector a quien le tengo mucho cariño: "qué importantes son este tipo de análisis más profundos, cosa que no ocurre (por el formato) en redes como TikTok e Instagram."
Me quedo curiosa de cómo aterriza todo esto en tí, y te invito a que me lo comentes a través de un correito o a través de los comentarios que aparecen al final de este news. Como siempre, mil gracias por leerme –agradezco mucho tener el espacio para ampliar y pensar contigo. Un abrazo.
Mi gentil recorderis para el día de hoy:
Si necesitas un epi para seguir pensando y reflexionando sobre el tema:
E066: ¿Qué es la responsabilidad afectiva?
Reaprendamos cómo ocupar nuestro espacio como mujeres
Esto súper emocionada que el próximo viernes estaré junto a No Sin Mujeres dictando un taller sobre habilidades para hablar en público. Estaré junto a Cristina Collazos e Ivette Leonardi, compartiendo mis ideas sobre cómo conectar el arte de hablar en público desde la empatía –específicamente, al momento de diversificar los paneles con una voz femenina.
¿Eres fan de Harry Potter?
Si la respuesta es sí, creo que el acompañar de este mes te podría interesar.
Ya he usado a Harry Potter como referencia de temas del mundo interno anteriormente, en mi IG y en mi podcast, pero esta sesión de journalling tiene un toque mágico y nuevo. En la sesión mensual de nuestro club de journalling, estaremos usando distintos elementos de HP como analogías de nuestro mundo interno, pensándonos en este mundo mágico, y compartiendo de manera comunitaria todos nuestros desaprendizajes y reaprendizajes.
Puedes leer todo sobre nuestras sesiones de acompañar por acá. Si te interesa participar en la sesión de vivo en este mes (y tener acceso inmediato a toda nuestra biblioteca digital –¡con más de 30+ horas de contenido!), asegúrate de iniciar tu membresía pagada que puede ser mensual (pago recurrente de $10 al mes, solo tarjeta de crédito/débito) o anual (un solo pago de $100 al año, tarjeta de crédito/débito o a través de Yappy @marianaplatapsy).
¡Te espero para explorar cuál es el expecto patronum de tu mundo interno!
Te comparto mis recomendaciones de contenido que he estado disfrutado recientemente.
Artículo
La paradoja de escuchar a nuestros cuerpos (The New Yorker)
Esta semana, me topé con este reflexivo artículo sobre la intorecepción –esa habilidad que tenemos para identificar aquello que ocurre dentro de nuestros cuerpos (sensaciones, pensamientos, emociones, reacciones). Me pareció fascinante que se está abriendo todo un espacio de investigación para esta habilidad, y así descubrir cómo impacta distintas áreas de nuestra vida.
Para leerlo, haz clic abajo:
¿Qué has estado leyendo, escuchando o viendo recientemente que te ha encantado?
¡Usa la nueva función de comentarios que aparece al final de este newsletter y cuéntame abajo con un mini-pitch de qué se trata!
♥️Amorcito que recibe Adentro♥️
Me gustó mucho. Enfrentando un mundo lleno de problemas y obstáculos, pero también lleno de momentos bellos y alegres. Deleites!!!!!!!
Love,
Dad
-Mi papá🥹
Para escribir en tu journal:
- ¿Cómo aparece el lenguaje terapéutico en tu vida?
- Escribe sobre las ventajas o regalos que eso te ha traído
- Escribe sobre los desafíos o retos que eso te ha traído
Y con estos últimos pensamientos me despido por hoy.
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Un abrazo,
Mariana♥️
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