Pensando en héroes y villanos🦹‍♀️

Pensando en héroes y villanos🦹‍♀️

¿Cómo ha estado tu semana? ¿Cómo la has sentido? Una de las cosas que más me gusta de este newsletter es que tengo la oportunidad de pensar en estas preguntas para mí, precisamente porque te las ofrezco a ti. Quizás para algunas y algunos ha sido una semana atareada, ocupada, con muchos pendientes y cosas por terminar. Quizás para otras y otros, ha sido una semana liviana y ligera, con oportunidades para descansar y reflexionar. Para algunas y algunos, pudiese haber sido una semana con preocupaciones y ansiedades; mientras que para algunas y algunos otros, quizás fue una semana emocionante y llena de ilusiones.

Sea como sea que esta semana haya sido para ti, espero que el día de hoy te puedas regalar unos minutos para reflexionar cómo ha sido la tuya y así, alejarnos un poco de contestar "bien" o "mal" cuando alguien nos pregunta cómo va nuestra semana. Y, más allá de cómo ha sido, espero que te puedas ofrecer un caramelito emocional por haberla completado –con todo lo y que trajo– para así poder ajustar y editar lo que se necesite para la próxima. Te envío un fuerte abrazo compasivo en este proceso. ¿Te parece si empezamos?

Te paso el acompañamiento musical del newsletter por acá, por si quieres escucharlo mientras estás leyendo o después. ¡Espero que lo disfrutes!  


Si has estado por aquí un tiempito, creo que no hace falta que te recuerde cuán amante soy de los premios Óscares, Globos de Oro, Emmys, entre otros –tanto que hasta ha sido objeto de ediciones pasadas de este newsletter. Desde chiquita, recuerdo pasar horas viendo la alfombra roja en E! y soñaba con tener el trabajo de Kristin dos Santos, quien era la reportera encargada de brindar cobertura sobre el cine y la televisión, así como sus premios. O sea, su trabajo era ver películas y series, y entrevistar a los actores en la alfombra roja: creo que no se necesita más explicación al respecto.

He tenido la fortuna (aunque en verdad creo que es obra de nuestro mundo interno y nuestros inconscientes que posiblemente se encontraron antes que nosotras y nosotros), que mis amigas y amigos más cercanos comparten mi amor por la cultura popular, el entretenimiento y los premios. Tenemos años reuniéndonos para ver los diferentes premios, y cada año nos da una oportunidad de elevar nuestros encuentros agregándole otra capa de emoción. Y, este año, no fue la excepción: nos reímos hasta más no poder, jugamos trivias, hicimos predicciones y comentamos sobre cada uno de los eventos que dieron lugar a los premios Óscares que se celebraron este pasado domingo.

Celebramos que Ariana DeBose, la primera actriz afrolatina abiertamente queer en ganar un Óscar, ganó mejor actriz de reparto; que Troy Kotsur, el primer actor masculino sordo en ganar un Óscar, ganó en su categoría de mejor actor de reparto; que Joan Campion se convirtió en la tercera mujer en ganar un Óscar por mejor directora (siendo el segundo año consecutivo que gana una mujer en esta categoría); que Yvett Merino se convirtió en la primera productora latina en ganar un Óscar; y que CODA ganó mejor película –una historia conmovedora y preciosa que arrasó con varios premios.

Pero, ninguno de estos es el evento que más hemos recordado y del que más hemos estado hablado durante toda la semana, ¿cierto?

Tranqui, esto no va con juicio. Me siento triste de tener que hacer esto explícito, porque espero que sepas que lo último que quiero que este espacio tenga es ese tinte de juicio, pero reconozco que vivimos en un mundo donde es importante aclararlo.

Como a muchas y muchos, el altercado entre Will Smith y Chris Rock fue tema de conversación recurrente y constante a lo largo de mi semana. Ha aparecido en casi que todos mis espacios: en mis chats de WhatsApp, en redes sociales, en conversaciones con seres queridos, y hasta en analogías y notas de voz aleatorias. Y he notado dos cosas importantes: la primera, que mi opinión sobre el tema está en constante cambio y evolución; y la segunda, que el altercado pareciera habernos movilizado emocionalmente como colectivo. Es decir, me ha llamado mucho la atención cuánto tiempo y energía le hemos estado dedicando al tema.

No voy a hablar aquí sobre mi opinión al respecto, ni sobre quién creo que está bien y quién esta mal, ni sobre el evento en sí. Lo que sí me gustaría reflexionar es en lo que me he observado a mí y a otras personas sintiendo al respecto. No he podido evitar darme cuenta que pareciera ser un evento que estamos tratando como una película de Marvel: intentando descifrar quién es el "héroe" (el bueno, el bien-intencionado, el "correcto") y quién es el "villano" (el malo, el que deben castigar, el "equivocado"). Y, adicional a esta tendencia de querer ubicarle un héroe y un villano a esta historia, he estado pensando sobre lo difícil que se nos está haciendo lograr esto. Me pregunto si, quizás, por eso hemos estado hablando tanto del tema esta semana. Lo que me lleva a preguntarme, ¿qué pasa cuando el héroe y el villano no son tan evidentes en una historia?

Y esto me ha dejado pensando sobre los eventos y situaciones en esta vida, en nuestras vidas –y son mucho más frecuentes de lo que nos damos cuenta– que no tienen un héroe y un villano claro. Historias de vida que, similar a lo que ocurrió el domingo en los Óscares, son mucho más complejas y multi-capa de lo que quisiéramos admitir. Y, si así lo son, ¿por qué, entonces, queremos brindarles una mirada tan reduccionista y simplista como encontrar un héroe y un villano? ¿Por qué resulta necesario ubicar al bueno y al malo de la historia? Y, ¿por qué nos cuesta conciliar la incertidumbre de no poder ubicar a un bueno y malo inmediatamente?

Considerablemente más complejo.

Toda esta respuesta humana frente a este evento –la necesidad de ubicar un héroe y un villano, la necesidad de escoger un lado, la necesidad de darle más importancia a un tipo de violencia frente a la otra y lo que eso dice de nosotras y nosotros como sociedad (por ejemplo, me llama la atención que el debate gire en torno a la violencia física que se ve, cuando la Academia ha sido testigo de una violencia menos visible por décadas y no ha causado tanta conmoción como es la violencia sexual, verbal y/o mediática), y así un sinfín de observaciones más– me han hecho pensar en respuestas similares que podríamos tener en nuestras propias vidas, principalmente en nuestros planos relacionales.

Cuando tenemos algún conflicto con una amiga o amigo, ¿acaso no buscamos quién estuvo en lo correcto y quién estuvo mal?

Cuando una relación amorosa se disuelve, ¿acaso no intentamos identificar al culpable?

Cuando tenemos un desacuerdo con un compañero de trabajo, ¿acaso no buscamos quién tuvo la razón?

A un nivel intuitivo y primitivo, lo entiendo perfectamente. Anna Freud, quien fue una psicóloga excepcional pero no ha recibido el crédito que se merece, realizó un aporte trascendental al campo de la psicología cuando desarrolló el concepto de mecanismos de defensa. La misma propuso que cuando los seres humanos sentimos que nuestro "yo" está en amenaza o en riesgo, recurrimos a distintos mecanismos de defensa para protegernos. Existe una amplia gama de ellos: negación, racionalización, represión, proyección, entre otros. No me dedicaré a definirlos aquí, por cuestiones de tiempo, pero me conformo con mencionarlos y recordar que son una parte natural y esperada de nuestra experiencia como seres humanos. La clave, quizás, no está en dejar de usarlos, sino en volvernos anuentes de cuando estamos recurriendo a ellos para justamente poder identificar de qué estamos intentando defendernos o protegernos.

Y me pasa algo similar con esta situación que presenciamos el domingo. A veces, cuando caemos en este afán de buscar un "héroe" y un "villano" en un tema tan complejo como es lo que ocurrió el domingo (que cuenta con tintes machistas y racistas que forma una parte importante de la narrativa) o un tema tan complejo como las relaciones humanas, caemos en un ciclo de vergüenza. Y, tal y como dice mi queridísima Brené Brown:

La vergüenza no es una herramienta efectiva de justicia.

Cuando caemos en un ciclo de vergüenza, estamos enganchándonos con hacer a alguien sentirse culpable y no abrir espacio para que alguien se vuelva responsable. Y, aunque puede parecer una distinción superficial o necedad de Mariana y su obsesión con las palabras, esto sí tiene un impacto en el mundo interno. Justo comentaba con mis amigos esta semana, que creo que esta situación le brinda una oportunidad a la Academia para asumir una nueva responsabilidad y postura frente a la violencia de cualquier tipo. Pero, solo podemos movernos a este espacio cuando nos alejamos de la visión simplista de buscar a una persona "buena" y una persona "mala".

Lo mismo ocurre en nuestras propias narrativas personales y de vida: no podemos empezar a explorar patrones, mundos internos, actitudes inconscientes, y formas de relacionarnos no tan sanas si seguimos buscando a los "héroes" y "villanos" de las historias. Creo que a mayor complejidad emocional, más difícil se vuelve la tarea de buscar un héroe y un villano. Y, quizás, si reconocemos esta posibilidad, podemos abrirnos a dejar de buscar culpables y empezar a abrir espacio para asumir responsabilidades. Tal y como lo comentaba con una persona muy querida recientemente, aplicar la cultura de cancelación en nuestras relaciones y nuestra inherente naturaleza humana compleja, parece aportar a esta visión limitada de nuestro mundo interno y el mundo interno de los demás.

Como he mencionado en ediciones anteriores, quiero ser explícita en mi posición frente a situaciones de violencia y experiencias traumáticas: son reprochables y es necesario que quienes las perpetúan enfrenten las consecuencias pertinentes. Y a la vez, mi intención con la reflexión de hoy es invitarte a monitorear cuando pudieses estar ofreciéndole una visión simplista y/o reduccionista a una experiencia compleja, enmarañada y multidimensional.

Se vale no tener una opinión formada, se vale cambiar de opinión a medida que nos nutrimos con información nueva, y se vale tomarnos el tiempo para abordar una experiencia compleja. Imagino yo que a mayor complejidad, quizás mas tiempo toma –y no pasa nada, porque nuestro mundo interno es atemporal y puede tolerar el tiempo que sea necesario para hacer sentido de lo que nos ocurre. Quizás, en esta práctica, podemos ir abriendo portales de empatía (esta frase no es mía, por cierto, es de la genial Ann Friedman) para mirar con curiosidad y apertura las experiencias de otras personas. Y no puedo evitar emocionarme ante el prospecto de un mundo con múltiples portales de empatía abiertos; quizás eso es precisamente lo que necesitamos para poder hacer de este mundo un lugar más sano para existir, relacionarnos, y vivir.

Mi gentil recorderis para el día de hoy:

Palabras del genial Pedro de @lavidaminimal

Si necesitas un epi para seguir pensando y reflexionando sobre el tema:

E054: ¿Realmente sirve "cancelar" a la gente?


Si te interesa este tema de mirar nuestra complejidad emocional y relacional con ojos de curiosidad sin juicio, quizás nuestro próximo espacio de Acompañar te podría interesar.

En el mismo, estaré facilitando una sesión de journalling sobre por qué nos relacionamos de la forma que lo hacemos, de dónde pudiesen venir esos "moldes" de relación, así como pensaremos formas más sanas de relacionarnos las/os unas/os con las/os otras/os.

Si te interesa, solo actualiza tu membresía para formar parte de este espacio tan lindo. Y, si tienes alguna pregunta, escríbeme con confianza por acá para poder aclarártela.


Ya se acabó la temporada de premios, pero me daré permiso de incluir una última película nominada a mi lista de recomendaciones.

Belfast (2021)

Esta peli estuvo nominada para mejor actriz de reparto (Judi Dench) y mejor película, y narra la historia de los disturbios de los 60 que ocurrieron en Irlanda del Norte –pero contada desde el punto de vista de Buddy, un niño cuya familia está viviendo el conflicto y decidiendo si se quedan o no en Belfast. Me conmovió todo el corazoncito el personaje de Buddy (similar a lo que me evocó Yorki de Jojo Rabbit), y creo que el tema va muy en línea al tema del newsletter de hoy sobre cuán difícil es tomar decisiones específicas frente a escenarios complejos.

¡Recomendadísima!

The Marvelous Mrs. Maisel (2022)

Una nueva temporada de Mrs. Maisel significa una nueva oportunidad que aparezca en las recomendaciones de mi newsletter. Creo que esta ha sido mi temporada favorita al momento (quizás de empate con la primera), porque al adentrarnos en nuevas experiencias de vida de Midge también nos adentramos a nuevos ángulos feministas para entender la compleja experiencia de ser mujer (que se complica mucho más en la década de los 50). Me fascinó ver a Midge atravesar los desajustes de la vida con tanta creatividad, ¡creo que le he encontrado un nuevo respeto!

Súper recomendada, disponible en Amazon Prime.

♥️Amorcito que recibe Adentro♥️

Cada palabra de tu escrito me ha resonado tan bien, y tienes toda la razón en que nos recargamos, y no somos lo suficientemente compasivos con nosotros mismos. Creemos que podemos cargar con todo, vienen las películas a la cabeza (las de terror y las de Superwoman) y nos olvidamos de nosotros mismos! Gracias por esta maravillosa lectura, me voy a disfrutar con todo mi caramelito emocional!

-Laura P.

Para escribir en tu journal:  

  1. ¿Tiendes a buscar "héroes" o "villanos" en tus experiencias?
  2. ¿Cuáles son las ganancias y cuáles son las pérdidas de esta visión?
  3. ¿Cómo puedes agregarle multidimensionalidad a tus experiencias?

Y con estos últimos pensamientos me despido por hoy.

¿Qué te pareció este newsletter? ¡Responde a este correo y cuéntame!

Reenvíaselo a alguien a quien quieras invitar a pensar sobre la necesidad de héroes y villanos en el mundo real.

Si eres nueva/o y quieres leer newsletters pasados, haz clic aquí.

Si estás visitando, recuerda suscribirte aquí.

¡Espero que tengas un lindo fin de semana!

Un abrazo,

Mariana♥️

Mariana Plata Rovetto

Mariana Plata Rovetto

Psicoterapeuta y educadora. Con la profunda misión e intención de facilitar el hacer sentido de nuestro mundo interno.
Panama