Temor a las variables desconocidas👀

Temor a las variables desconocidas👀
Curiosea conmigo

Mi abuelita paterna, Velia, migró a Panamá de Des Moines, Iowa y con ella, muchas tradiciones norteamericanas –incluyendo el Día de Acción de Gracias. Recuerdo cuando estaba chiquita, mi abuela cocinaba para toda mi familia –mis papás y hermanos, tías y tíos, primas y primos. Al pasar de los años, la familia se va haciendo cada vez más grande y nos ha tocado separar nuestras cenas de acción de gracias. Sin embargo, sigue siendo mágico sentir el legado de mi abuelita en cada platillo –su famoso Watergate salad, por ejemplo (que de ensalada no tiene nada, pero es uno de mis favoritos)– y es hermoso continuar tradiciones que son parte de nuestra cultura familiar.

Aprovechando la fecha y su intención de agradecer, quería tomarme un momentito para expresar mi gratitud por tenerte aquí. No temo por sentado que me des el privilegio de aparecer en tu bandeja de entrada, que me leas, que me compartas y que mis palabras evoquen reflexiones y desaprendizajes en ti. Me siento muy agradecida de seguir co-construyendo este espacio contigo. Gracias.

El news de hoy es una reflexión inspirada por una frase que escuché en uno de los más recientes episodios de Lessons In Chemistry:

  • 👀Exploro por qué fue tan movilizador escucharla
  • 🎙️Anuncio el más reciente episodio del podcast DesAprendiendo
  • 📣Extiendo la ÚLTIMA llamada a nuestra próxima sesión de acompañar
  • 📰Comparto la peli recomendada de esta semana

Como siempre, te comparto el acompañamiento musical para esta edición. Y, también te recuerdo que aquí puedes encontrar el playlist oficial de adentro.


Imagino que quizás no resulta sorprenderte saber que soy del tipo de personas que revisa una o dos veces (honestamente, muchas más de dos) las fechas y horas de vuelos. Las reviso cuando estoy buscándolos, las repito en voz alta, hago referencias cruzadas con mis calendarios para cerciorarme que estoy reservando un vuelo en la fecha indicada, guardo los boletos en mi correo, los guardo en mi wallet digital del celular y también los grabo en mi Google Calendar. Algunos le llamarán 'organización', otros 'preparación'... yo le llamo 'ansiedad'.

Habiendo dicho esto, te imaginarás los altos niveles de cortisol (que es comúnmente conocida como "la hormona del estrés") que invadieron mi cuerpo, cuando en mi más reciente vuelo me notificaron que era posible que no me subiría al avión porque el vuelo estaba sobrevendido y yo no había reservado mis asientos. "Pero, eso es imposible," le respondí al ocupado chico de la aerolínea mientras frenéticamente ingresaba a mi correo para corroborar que esto debía ser un error.

Después de estar cinco minutos (que en realidad se sintieron como mucho más) negociando con el chico sobre cómo era imposible que yo haya comprado un vuelo sin asiento –porque racionalmente me parece ilógico– sino porque me salía en el detalle de la compra que me habían cobrado los asientos. "Lo siento, señorita, no me aparece reflejado, pero con gusto la puedo ubicar de primera en la lista de espera para que Ud. sea la primera en ingresar si alguien no se presenta al vuelo," me contestó el mismo chico, con ojos de empatía y apuro. No importa cuánta evidencia digital lograra recolectar y mostrar, en ese momento no me quedaba más que esperar.

Con cada minuto que se acerca el tiempo de abordaje, mi ansiedad me iba llevando por cada uno de los planes alternativos que debía idear. Busqué vuelos alternos, hospedajes, e incluso fui editando la fantasía que ya se había enraizado sobre regresar a mi casa después de estar varios días fuera. Fantasía que incluía: encender una velita al llegar a mi casa, poner música mientras desempacaba, darme un baño caliente y acostarme en mi propia cama. Y, mientras más iban avanzando los grupos de abordaje, más fuerte se iba sintiendo la despedida a mi fantasía.

Finalmente, abordaron todos los pasajeros que se habían presentado a la puerta de abordaje –lo que significaba que mi incertidumbre iba a finalmente disiparse. "Suelta y confía", una frase que mis amigas Fabi y Eli me han repetido recientemente con frecuencia, sonaba una y otra vez en mi mente; casi como un mantra. Con una sensación que mi corazón se iba a salir, miraba con los ojos muy abierto a los encargados mientras se cercioraban de cuántos puestos quedaban disponibles y cuántos pasajeros lograrían entrar. Finalmente, se dirigen a nosotras y nosotros y nos dicen, "ok, entraremos al avión en orden de lista de espera, donde volveremos a verificar la disponibilidad de los asientos para saber si los podemos ubicar."

¡Santo cielo –cuánta ansiedad!

Entrando al avión en filita, jamás le había prestado tanta atención a lo que dos personas se comunicaban entre sí a través de receptores portátiles. Entre sonidos de interferencia, finalmente lo logré escuchar bien: "asientos disponibles y confirmados para los pasajeros en lista de espera."

Aterricé en Panamá –en el tiempo y fecha de mi fantasía– no solamente con un hambre voraz producto de la ausencia de cortisol en mi cuerpo, sino con un mayor entendimiento sobre lo poco que realmente tengo bajo mi control. Más importante aún, sintiéndome algo tonta y apenado por haberme estresado tanto por algo tan fuera de mi control. Siguiendo cada fase de mi fantasía de aterrizaje, culminé la noche con el más reciente episodio de Lessons in Chemistry, donde dijeron una frase que nombró y permitió hacer sentido de la experiencia ansiosa que había vivido ese día (incluso hasta inspirando el tema del news de hoy): "temor por las variables desconocidas."

Ahí está. Mi relación con el control –la necesidad de prepararme (a veces en exceso), y revisar una y otra vez como para evitar cualquier error o malentendido–podría estar directamente relacionada con mi aversión, resistencia y temor por las variables desconocidas. Porque las variables que yo puedo controlar –estar en el aeropuerto a tiempo, asegurarme que reservé el boleto indicado– no representan todas las variables que entran en juego. Me atrevería a decir, incluso, que las variables desconocidas que yo no controlo –que el acceso al aeropuerto esté abierto, que el vuelo esté a tiempo, que las condiciones climáticas permitan el vuelo, que el vuelo esté sobrevendido o no– son mayores a las que sí.

¿Por qué si las variables desconocidas son mayores y más comunes, me cuesta conectarme con ellas con apertura y aceptación? ¿Por qué si la vida me sigue demostrando que las variables desconocidas existen y son mucho más frecuentes de lo que me imagino, me sigo sorprendiendo e impacientando con su frecuencia? ¿Por qué si en realidad hay muy poco que puedo controlar y conocer, sigo relacionándome con tanto temor y ansiedad frente a lo inesperado, incierto e incontrolable?

Soy mucho más Monica de lo que quisiera admitir.

No tengo respuestas para estas preguntas aún, pero son preguntas que han estado flotando por mi mente desde entonces. Y es que, mientras más lo pienso, más me doy cuenta que las variables desconocidas son parte de la vida –pero por alguna razón, los seres humanos nos enganchamos con la ilusión de control. Al escribir esto, pienso en las tres heridas narcisistas que la humanidad ha sufrido, que corresponde a los tres momentos donde nos hemos dado cuenta de cuán limitado es nuestro conocimiento y alcance humano: cuando Copérnico descubrió que la Tierra gira alrededor del sol; cuando Darwin desarrolló su teoría de la evolución y descubrió que somos parte de un largo proceso evolutivo; y, cuando Freud reveló la existencia del inconsciente en la mente humana, que está principalmente compuesta por elementos, deseos, miedos y fantasías que desconocemos.

Quizás, los momentos que nos recuerdan las variables desconocidas, se sienten tan difíciles porque también son como mini-golpes narcisistas. Nos muestran que, aunque hay muchas cosas bajo nuestro control, hay muchas más frente a las cuales no tenemos ningún tipo de influencia. Nos conectan con nuestra humanidad frágil, y eso puede representar una sensación incómoda y difícil de reconocer y sostener.

No puedo evitar notar mientras elegía ese último GIF que "tratar con cuidado" es lo que suelen decir los objetos y cajas que se identifican como frágiles. Y esto me hace pensar que aunque reconocer que nuestra existencia por este mundo puede ser frágil, también puede ofrecernos una perspectiva refrescante y existencial. Nos puede dar una oportunidad de tratar cada momento, cada experiencia, cada relación, cada vivencia con cuidado –e incluso tratar con cuidado a cada emoción que emerge a partir de experiencias incómodas e inciertas.

No vengo hoy con una receta para manejar las variables desconocidas de la vida –si soy completamente honesta contigo, yo sigo desaprendiendo y reaprendiendo cómo hacerlo. Pero, sí vengo con la intención de invitarte a reconocer que las variables desconocidas son parte de nuestro paso por este mundo; a pensar cómo es tu relación con las mismas; y a explorar qué oportunidades pueden traer el recorderis de la existencia de variables desconocidas a tu vida. Porque incluso en la experiencia con variables desconocidas, siempre hay algo por conocer y descubrir.

Mi gentil recorderis para el día de hoy:

Un recorderis que imagino me tengo que repetir diariamente –cortesía del genial Pedro Campos de @lavidaminimal.

¿Qué nos enseñan las bandas de rock?

Este es probablemente el episodio que más he estado anticipando desde que inició la temporada. No solo porque cada vez que invito a un familiar –en este caso, mi primo querido Pedro Rovetto– me resulta una experiencia hermosa; sino porque es un tema que ha estado en mi mente desde hace mucho tiempo. Tuve el privilegio de conversar con Pedro, quien tiene más de 25 años siendo parte de la banda de rock colombiana Superlitio, sobre lo que ha desaprendido y reaprendido en todo este tiempo sobre las complejas relaciones humanas.

Es un episodio con miles de enseñanzas sobre cómo sostener relaciones históricas, cómo cuidar la relación y al mismo tiempo las aspiraciones individuales de la misma, y navegar las múltiples transformaciones que son parte de la vida. Creo que todas y todos tenemos algo que aprender de la experiencia de Pedro, y me hace muchísima ilusión compartirles este episodio tan especial para mí.

En el epi de esta semana del podcast, te invito a pensar con nosotras sobre:

¿Qué podemos desaprender y reaprender de las bandas de rock?
¿Cómo abrir espacio para cuidar a la banda y a sus integrantes?
¿Cómo navegar tensiones desde un lugar de respeto y empatía?

Si quieres pensar sobre estas preguntas, te invito a que escuches el epi haciendo clic abajo –¡recuerda compartirlo y dejar comentarios si te gusta!

Episodio patrocinado por Anti Burger

¡Mil gracias a Anti Burger por el patrocinio de este epi! Me enorgullece colaborar con negocios tan congruentes, humanos, activistas y honestos como Anti. Sus valores de protección por los derechos humanos, anti-corrupción, el periodismo independiente y responsable, y en beneficio de la salud mental son valores que comparto y admiro en negocios así –¡aparte que sus burgers son delis!

Mis recomendadas son la Oklahoma, cuyos porcentajes van destinados a niñas, niños y adolescentes en riesgo de suicidio; y, la Praxis burger, que apoya directamente el periodismo independiente.

Síguelos aquí y pide tu burger haciendo clic aquí.

¿Te cayó la teja del temor a las variables desconocidas?

No te preocupes porque a mí también –¡y yo soy quien lo escribió! No es de sorprendernos que esto de "temor a las variables desconocidas" es una experiencia que va muy de la mano con nuestro viejo amigo: el control. Y, si te suele pillar por sorpresa esta relación o quisieras profundizar un poco más sobre lo que la calidad de esta relación dice de ti, quizás mi próxima sesión de journaling podría ser para ti...

Con mi guía y acompañamiento, estaré invitándote a pensar sobre el lugar que tiene el control en tu vida –y más importante aún, eso cómo te hace sentir. Con una comunidad de personas reflexivas que, como tú, tienen la valentía de mirar hacia adentro, esta sesión de journaling promete muchísimo. Te puedes suscribir haciendo clic en el botón de abajo –el costo de la membresía es de $10 mensuales o $100 anuales, los cuales se renuevan con la frecuencia que hayas elegido.

Si quieres conocer más sobre acompañar, haz clic acá. Y si estás lista/o para descubrir eso conmigo, haz clic abajo. ¡Te espero!


Te comparto las recomendaciones de contenido que he estado disfrutado recientemente.

Pelis

The Worst Person in the World (2021)

Esta película ha estado en mi radar desde que fue nominada a mejor peli internacional y mejor guión original en los Óscares del 2022 –pero al ser una peli noruega, pues se me dificultó ubicarla. Por lo que cuando la encontré en Amazon Prime, de una la agregué a mi lista. Cumple todos los requisitos de una peli que me encantaría: una mujer compleja, una historia que te hace pensar y reflexionar, y la presencia de relaciones humanas enmarañadas. Me fascina ver la representación visual de historias y personajes multicapa y contradictorios como es esta historia que sigue la vida de Julie.

¡Recomendadísima! Disponible en Amazon Prime.

¿Qué has estado leyendo, escuchando o viendo recientemente que te ha encantado?

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♥️Amorcito que recibe Adentro♥️

Hola! Mariana, volver a leer tus newsletters me ha traído al presente que no estoy sola en todo esto. Gracias por tus palabras.

-Mau

Para escribir en tu journal:

  1. ¿Cómo es tu relación con las variables desconocidas?
  2. ¿Cómo te hacen sentir su presencia en tu vida?

Y con estos últimos pensamientos me despido por hoy.

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Un abrazo,

Mariana♥️

Mariana Plata Rovetto

Mariana Plata Rovetto

Psicoterapeuta y educadora. Con la profunda misión e intención de facilitar el hacer sentido de nuestro mundo interno.
Panama