Reivindicando a la "Ñ"❤️🩹
¿Esta semana también se ha sentido así para ti? ¿Con ganas de quedarte enchumbada/o? ¿O te has sentido con las baterías recargadas para realizar tus pendientes? Independientemente de cómo la hayas navegado, espero que hoy te dediques unos minutitos para reflexionar en cómo está tu "batería emocional" y que puedas identificar lo que necesitas para recargarla. Y, sobretodo, que puedas utilizar este fin de semana como una oportunidad para recibir aquello que estás necesitando emocionalmente. Te mando un abracito.
Hace poco me acordé de una conversación que tuve con unos amigos y amigas cuando estaba en Edimburgo. Estábamos hablando sobre lo que haríamos después de la maestría. ¿Aplicar a un doctorado? ¿Buscar un trabajo? ¿Retomar nuestros trabajos anteriores? ¿Viajar un rato? ¿Quedarnos en Edi un ratito? No hacía falta una psicóloga en esa conversación para darse cuenta que, aunque nuestros planes eran distintos, nos unía una emoción en común: ansiedad.
Sentíamos ansiedad por la incertidumbre que nos generaba el "siguiente capítulo", y empezamos a canalizar esta emoción a través de una crítica exhaustiva sobre las presiones de la sociedad de "llegar" a algún lugar –esa sensación de ir pensando desde ya en lo que viene (aunque ninguno había ni empezado su tesis siquiera). Y, en la mitad de nuestra conversa, una amiga empieza a contarnos de un libro que se estaba leyendo. La contacté mientras escribía este newsletter para preguntarle qué libro era porque la curiosidad me mataba, y estamos casi seguras que es "El obstáculo es el camino" de Ryan Holiday. Yo no lo he leído y, después de leer el resumen, no creo que lo haga porque pareciera ser de naturaleza motivacional –lo cual no tiene absolutamente nada de malo, pero no son necesariamente el tipo de libros a los que gravito.
Pero –porque siempre hay un pero, ¿no?
Mi amiga compartió una partecita del libro cuyo punto de vista me encantó, e iba algo así como:
"¿Por qué estamos tan enfocados en llegar de la "A a la Z"? ¿Por qué nos empecinamos en estar siempre buscando "lo siguiente"? ¿Por qué nos encaprichamos con esta idea del resultado? ¿Dónde dejamos todo el camino que hemos recorrido para llegar adonde estamos hoy? ¿Acaso eso ya no importa porque estamos enfocados en encontrar la próxima novedad?
Y esa primera pregunta que lanzó evocó algo en mí, y me hizo reflexionar sobre eso de llegar de la "A a la Z". Me hizo pensar en la cantidad de letras que existen entre la A y la Z, y nosotras/os enfocándonos en esas dos. Cuán limitadas/os estamos en formar palabras con esas dos letras, y cuánta oportunidad de crear diversas palabras con todas las letras que hay en el medio. Con la "ñ", por ejemplo.
Quienes me conocen saben lo mucho que me emociono cuando encuentro un potencial metafórico y transformador en alguna conversación cotidiana. Y mis amigas, amigos y yo nos moríamos de risa con mi persistencia a reivindicar la letra "ñ" (que ni aparece en mi teclado, por cierto). Qué palabra usaríamos para soñar, o para hablar sobre el cariño, o para pedir un pañuelo para limpiarnos las lágrimas. En broma y en serio, esto indudablemente me llevó a pensar: si podemos encontrar la magia de la letra "ñ" al salirnos de este enfoque rígido de la "A a la Z", ¿podemos encontrar magia si empezamos a pensar en el "proceso" tanto como nos enfocamos en el resultado?
He escrito anteriormente sobre las transiciones y la importancia de darnos permiso a vivir nuestros procesos (puedes leerla aquí). Pero, en el newsletter de hoy, me quiero permitir invitarte a honrar lo inherentemente orientadas/os al proceso que somos todas y todos. Tal y como me dijo mi profesora en una de mis clases de Maestría:
"Somos seres orientadas y orientados al proceso,
viviendo en un mundo orientado al resultado."
Como una persona que intenta vivirse sus procesos y abrir espacio para saborearlos igual –o hasta más– que el resultado, sé lo increíblemente frustrante y difícil que es vivir en un mundo que siempre nos está forzando a pensar en el próximo lugar adonde tenemos que ir. No nos hemos ni graduado de la escuela y nos invaden con preguntas sobre lo que queremos hacer el resto de nuestras vidas; no llevamos ni un día de casadas/os y nos invaden con preguntas de cuándo tendremos hijas/os; no ha cumplido ni un mes el bebé y ya nos preguntan que para cuándo el segundo; y así, infinitas situaciones más.
Pienso en los lugares "A a la Z": graduarnos del colegio, terminar estudios universitarios, culminar estudios de posgrado, iniciar una relación formal, casarse, tener hijas/os, comprar una casa, jubilarse –y volver a celebrar todos los lugares de la "A a la Z" de las generaciones futuras. Y me pregunto: ¿qué hay en el medio? ¿Dónde están las "Ñ" de la vida? Pienso en toda la vida que ocurre entre la "A y la Z" que, por estar persiguiendo la siguiente meta o el siguiente capítulo, nos olvidamos de saborear. En toda la "carnita" que hay en los pequeños y memorables momentos que ocurren en relación con nosotras/os mismas/os y con las/os demás que se pierden por estar enfocados en estos dos lugares.
En el proceso y en todas esas letras de la "A a la Z" hay un increíble potencial para imaginar todo lo que es posible. Al no haber "llegado" a un lugar concreto –al abrazar las transiciones, así como lo escribí en la edición que mencioné arriba– podemos prepararnos para lo que viene, podemos darnos permiso de editar y cambiar, podemos darnos la libertad de jugar un poco antes de "llegar" a un determinado lugar, y sirve como un gentil recorderis de que como seres humanos no podemos escapar la incertidumbre. Nos conecta con el ser, en vez del hacer.
Cuando le compramos el cuento a la sociedad de la idea de la "A a la Z", también estamos privándonos de la oportunidad de pensarnos a nosotras/os mismas/os como seres en transición. Si vidas completas existen entre la A y la Z, ¿no es mejor empezar a pensarlas? Algunas veces no serán placenteras, algunas veces serán difíciles y desafiantes, pero mientras más permiso nos demos de quedarnos con el "no saber" y con la "ambigüedad" que trae el proceso –esa falta de claridad y de estructura– más podemos quedarnos en ese espacio intermedio. Y, así, desaprender y reaprender cómo vivirnos las transiciones. Quizás hasta darles una perspectiva nueva: es precisamente el proceso, las transiciones y las "Ñ" de la vida, lo que nos permite seguir moviéndonos.
Y al pensar en lo incómodo de las transiciones, los procesos, y los puntos medios –que a veces se viven como "limbos" para algunas personas– mi mente casi que automáticamente se va a pensar en nuestras relaciones. En cómo las relaciones sanas que cultivamos, las amistades que fortalecemos, y los vínculos en los que trabajamos diariamente son precisamente para ese momento. Para sentirnos acompañadas y acompañados en nuestros procesos de transición, y en estas sensaciones del "no saber". El factor relacional no solo es necesario para lo que he escrito, es indispensable. Quizás, así como la vulnerabilidad, la reinvindación de la "Ñ" también puede ser contagiosa. Y, al compartirnos con nuestros vínculos cercanos en nuestros momentos de transición y proceso, abrimos la puertita para que ellas/os lo puedan hacer con nosotras/os y con sus propios vínculos también.
Mi intención con esta reflexión es invitarte a mirar(te) en los procesos de transición. ¿Cómo te los vives? ¿Con quién te los vives? ¿Puedes quedarte en la "Ñ" un rato? ¿O sales apurado de la A a la Z? ¿Te das permiso de pensarte mientras estás en ese espacio? ¿Qué encuentras al pensarte? ¿Qué sientes? ¿Cómo lo sientes? Espero que te unas a mi reivindicación de la "Ñ" y que, al honrar tus transiciones, podamos ir rescatando nuestra naturaleza orientada al proceso y alejándonos de la visión orientada al resultado del mundo externo –porque a veces la recompensa está precisamente en el proceso.
Mi gentil recorderis para el día de hoy:
La semana pasada tuve la oportunidad de dar un entrenamiento de salud mental a parte del equipo de Fundación Ciudad del Saber, con quienes he estado trabajando ya desde hace un año implementando espacios psicoeducativos y estableciendo políticas de salud mental internas.
Fue súper especial volver a este espacio con ellas/os, así como volver a psicoeducar presencialmente –¡como lo extrañaba!
Si quieres ofrecer espacios así dentro de tu organización, colegio o para tu equipo de trabajo, puedes conocer más de mis servicios aquí o agenda tu llamada exploratoria de una vez por acá.
Ya en un mes son los Premios de la Academia 2022 (!!!!) así que me he estado poniendo al día con alguna de las pelis que están nominadas. En esta ocasión, elegí "The Lost Daughter" –protagonizada por la insuperable Olivia Coleman y dirigida por la increíble Maggie Gyllenhaal– que trata sobre la enmarañada relación entre dos mujeres que se conocen en Grecia. No solo aborda la compleja y complicada naturaleza de la maternidad con muchísima sensibilidad, haciéndote sentir lo que sus personajes navegan, sino que también ofrece muchas ideas para reflexionar: desde cómo nuestras experiencias relacionales pasadas se pueden colar en nuestras relaciones actuales si no las trabajamos, así como la injusta carga invisible que enfrentan las mujeres al maternar.
Está disponible en Netflix, lee más de la peli haciendo clic abajo.
♥️Amorcito que recibe Adentro♥️
"Gracias infinitas! Por siempre ser una guía de emociones en este camino llamado vida!" - Ricardo F.
Para escribir en tu journal:
- ¿Cómo honras tus procesos?
- ¿Cómo se ve la "Ñ" de tu vida en este momento?
- ¿Cómo se siente?
- ¿Con quién(es) puedes compartir tu proceso?
Y con estos últimos pensamientos me despido por hoy.
¿Qué te pareció este newsletter? ¡Responde a este correo y cuéntame!
Reenvíaselo a alguien en quien pensaste leyendo sobre la "Ñ" de la vida.
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¡Espero que tengas un lindo fin de semana!
Un abrazo,
Mariana♥️
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