El lento proceso de restauración👩🏻🎨
O tardes o noches, dependiendo de en qué momento del día estás leyendo esto. En Panamá tuvimos algunos días libres la semana pasada que me ayudaron un montón a recargar pilas y descansar. Espero que si tú los tuviste, te hayan brindado la oportunidad de darte lo que necesitas –como sea que se vea eso para ti, en este momento. Últimamente, he estado usando mucho la frase "en este momento" para anclarme en el aquí y ahora, honrar lo que sea que esté apareciendo hoy en mi vida. Me gustaría invitarte a que te tomes un momentito para completar la siguiente frase:
"En este momento, me siento _________, y creo que me siento asi porque _______.
Reconocer cómo me siento me ayuda a descifrar lo que necesito, y creo que eso pudiese ser ________.
Intentaré darme eso este fin de semana, e imagino que se ve así: _________."
Espero que este breve y reflexivo ejercicio te ayude a centrarte en el aquí y ahora, y te ayude a ir abrazando tu experiencia emocional como sea que esté apareciendo ahora mismo. Te envío un fuerte abrazo, y me encantaría que me contestes este correo contándome cómo resulto este ejercicio para ti. Pero, ¡espera! No me contestes todavía, te invito a que sigas leyendo la edición de hoy que la preparé con mucho cariño para ti.
Te comparto el acompañamiento musical para el newsletter hoy, que también inspiró la reflexión. ¡Espero lo disfrutes!
Apenas supe que estaría estudiando fuera el año pasado, empecé a fantasear con regalarme un viajecito tipo Eat, Pray & Love después de entregar mi tesis. No estaba segura dónde quería ir, pero sabía que quería aprovechar y viajar un rato antes de regresar a Panamá. Lo fantaseaba, lo hablaba con mis amigas/os y con mi familia, pero no terminaba de aterrizar dónde quería ir o cómo quería que se viera –lo cual no es inusual, porque suelo viajar en forma "asociación libre", tipo hago una lista de cosas y lugares que quiero visitar pero no tengo una guía definitiva de qué hacer.
A veces envidio a mis amigas y amigos que hacen hojas de Excel con itinerarios, reservas, horas, etc. Y creo que la envidia nace precisamente porque es una habilidad que yo no siento que tengo tanto. Y justamente por eso, aprecio y agradezco muchísimo cuando viajo con ellas y ellos, porque hacen un trabajo hermoso e importante de organizarme y tomar decisiones (que yo no quiero tomar). Si no se los había dicho antes y esas amigas + amigos + familiares me están leyendo ahorita, sepan que estoy profundamente agradecida de que hagan esto y les quiero mucho.
A sabiendas de que este es un tema que me cuesta, tomé la decisión de que la primera parte de mi viaje fuese en un lugar más familiar para mí, donde quizás me sintiera con más libertad de ir diseñando y planeando mi viaje a mi antojo. Así que decidí empezar este viaje en Madrid, con mi amigo Joshua. Es más, fue tan intencional mi viaje que hice un sándwich de Madrid: empecé y terminé mi viaje de despedida de ese capítulo y esa maestría ahí, con uno de esos amigos que son tan cercanos y especiales que se sienten como familia, y fue un participante activo en ese cierre tan mágico que tuve la fortuna de regalarme.
Las cosas que suelen estar en mi lista de prioridades cuando viajo son visitar museos y comida rica, y esta no fue la excepción. Y en una de esos hermosos días de transición verano-otoño de Madrid, me regalé una visita al Museo Thyssen-Bornemisza. Cuando voy a un museo, suelo hacer una búsqueda breve del mismo para ver si hay alguna obra de arte imperdible que simplemente tengo que incluir en mi visita, pero mis visitas a museos también tienen esa pizca de "asociación libre" –y lo que me encontré fue tan movilizador que lo anoté en mi Google Doc interminable de ideas para este newsletter, y es precisamente de lo que te quiero contar el día de hoy.
Cuando visité el Museo, me topé con la obra "Joven caballero en un paisaje" del pintor italiano Vittore Carpaccio. Yo no me considero una conocedora del arte ni mucho menos –así que intentaré decir lo siguiente con todo el respeto del mundo: no es una obra que necesariamente me llamaría la atención al estar en un museo. Es más, caminé alado de ella y le iba a pasar de largo, y no fue hasta que me di cuenta que tenía toda una sección dedicada a la misma que decidí curiosear un poquito más.
Y menos mal lo hice. Mi curiosidad me llevó al por qué esta obra tenía su propia sección: en ese momento, acababa de terminar el proceso de restauración a la cual había sido sometida. En el video que mostraron sobre la restauración, que inició en el 2020 y terminó en el 2021 (y que incluso el proceso fue público, es decir que quienes visitaron el museo en ese momento pudieron ver la restauración en vivo), los especialistas y líderes de la misma nos llevan por una travesía de todos los pasos que son parte de una restauración. Me declaro una ignorante absoluta en el tema de la restauración de arte, y quedé absolutamente anonadada + perpleja + maravillada con la meticulosidad del proceso.
Para quienes no saben, como yo en su momento, el proceso de restauración conlleva una gran cantidad de especialistas y mini-pasos: se hace una radiografía del cuadro para intentar descifrar cuándo y cómo ha sido restaurado; se hace una limpieza de la obra, ya que con el tiempo los colores de la misma han sido distorsionados y quizás hasta perdido viveza; se le aplica una capa de barniz para embellecer la pintura y protegerla de los futuros daños (hasta la siguiente restauración); se hacen reintegraciones de símbolos o partes de la obra que, con el paso del tiempo, han quedado borrosas o escondidas; hasta, inclusive, restaurar el marco de la obra.
¿Ya sabes por dónde va esto?
Indudablemente, entender y escuchar sobre el proceso de restauración me hizo pensar en nuestro mundo interno. Al ver la atención al detalle y el cuidado con la cual los especialistas trataban esta obra de arte –que es un objeto físico, concreto e inanimado– me hizo pensar:
Si tratamos así una pintura, ¿quizás podríamos tratar así a nuestro mundo interno, también?
¿Qué pasaría si aplicamos esos pasos –radiografía, limpieza, barniz, reintegrar– a los rincones olvidados de nuestro mundo interno?
O, quizás, ¿a los fantasmitas y angelitos que han estado agarrando polvo porque no les hemos estado prestando atención?
O, quizás, ¿a las gavetitas de nuestra historia personal, familiar y sociocultural?
¿Qué pasaría si fuésemos tan rigurosas y rigurosos con nuestro propio mundo interno?
¿Qué pasaría si fuésemos tan cuidadosas y cuidadoso con aquello que encontramos?
¿Qué colores se avivarían? ¿Qué piezas reaparecerían? ¿Qué lograríamos redescubrir para maravillarnos?
No tengo respuestas para estas preguntas, lo digo de antemano para que no se emocionen. Pero, ¿qué pasa si el simple hecho de ser curiosas y curiosos es suficiente en este momento? ¿Qué pasa si el simple hecho de atrevernos a mirar hacia adentro es suficiente en este momento?
Me he llevado tantas reflexiones de este proceso que no sé si me quepan todas en este newsletter, creo que porque muchas de ellas fueron sentidas + experimentadas + vividas en el momento, y quizás no es posible describirlas a la perfección aquí. Pero, una de las cosas que más me ha dejado pensando es la cantidad de tiempo que duró y el proceso de honrar el proceso de restauración. Cuando antes del mismo, la gente iba a ver la obra, durante la restauración les tocó ver el proceso. Un proceso que duró alrededor de 2 años y, no tengo idea si eso es lento o rápido en el mundo del arte, pero me pongo a pensar en lo que ese tiempo significa para los cambios + transiciones que vivimos los seres humanos –y 2 años puede parecer bastante tiempo.
La forma como me imagino el proceso de restauración del mundo interno –similar al de una obra de arte– es como algo que no es rápido, ni urgente, ni a lo corre-corre. Al contrario, me imagino ese proceso como algo lento + despacio + suavecito. "El apuro trae cansancio" es una frase que me salta a la mente mientras escribo esto, y creo que porque veo muchos paralelismos con el proceso de restaurar nuestro mundo interno. Y me siento ante la necesidad de honrar la lentitud del proceso, porque creo que a veces perdemos la paciencia al querer apresurar algo que –en teoría– no debería ni tener tiempo.
Como muchas y muchos que han ido a terapia (que es mi forma de restaurar mi mundo interno constantemente), yo también me he encontrado tomando una actitud impaciente, urgente y apurada con mis descubrimientos. ¿Qué hago con esta información?, es algo que me he encontrado preguntándole a mi terapeuta (sí, incluso yo siendo terapeuta). Y me pregunto qué pasaría si nos diéramos permiso –así como el museo se lo dio al equipo de restauración– de tomarnos el tiempo que sea necesario para mirar hacia adentro e ir atravesando cada uno de los importantes + agotadores pasos del proceso.
Uno de los miembros del equipo de restauración describió la intención del proyecto como algo que se hizo para ir "devolviendo a la vida y profundizando en el estudio de esta obra maestra". Y quizás, el proceso de mirar hacia adentro sirve precisamente para algo similar: devolvernos a la vida y profundizarnos en el estudio de la obra maestra que es nuestra vida. No puedo evitar recordar una frase que leí en el newsletter Coffuelled de Marguga recientemente que va por el mismo hilo (y quizás es la razón por la cual la idea de este newsletter emergió en mi lista de ideas):
"Propongo (...) verse a uno mismo con los ojos que usas en un museo. Donde no entiendes la mayoría de las piezas pero si te quedas suficiente tiempo conviviendo con ellas, te empiezan a hacer sentir en casa. Aunque no entiendas, te empiezas a encariñar con la obra que estás viendo.
Ver así, cada parte de ti, con la que estés conviviendo. Tal vez no es verse hasta entenderse, si no verse hasta sentirse. Bienvenido a tu museo."
Me quedo con esa como mi invitación para ti en la edición de hoy: verse hasta sentirse. Pero para poder sentirte –de verdad y hasta la raíz, como nos recuerda Natalia Lafourcade– es importante quedarte ahí un rato. Aunque de momentos sea cansón, aunque de momentos sea incómodo, aunque de momentos sea tedioso. Quizás, tras soportar el lento proceso de restauración de nuestro mundo interno, lograremos recobrar las partes de nosotras y nosotros que estaban escondidas, desgastadas, y distorsionadas. Recobrarlas y devolverles la luz, nitidez y profundidad que se merecen.
Mi gentil recorderis para el día de hoy:
Si necesitas un epi para seguir pensando y reflexionando sobre el tema:
E059: ¿Para qué vivir una vida más pausada?
La semana pasada compartí en Intagram mis reflexiones sobre una pregunta que hizo una de las participantes del espacio de Acompañar:
Si quieres leer lo que dije al respecto, te invito a que te des una vuelta por mi IG para que puedas leer más sobre mis reflexiones.
Y.... si quieres ser parte de este espacio tan lindo, donde nos reunimos mensualmente para hacer sesiones de journalling, te invito a que actualices tu membresía para que seas parte de la siguiente. Cada vez que hago estas sesiones, me enamoro más del espacio y de la comunidad que estamos construyendo, y me encantaría que si el mirar hacia adentro resulta emocionante para ti también, consideres ser parte de esto.
Nuestra próxima sesión es el sábado 21 de mayo, y una vez eres parte de la membresía tendrás acceso a todas nuestras grabaciones y material.
Si te convencí, haz clic en el botón de abajo:
Compartir desde la vulnerabilidad
He tenido mi hábito de escuchar podcasts súper olvidado :(, espero que al decir esto aquí me anime a retomarlo pronto. Pero, me he encontrado recomendándole este mini-episodio del podcast de mi amiga Jenny, Vecinas del Tercer Piso, a varias personas recientemente y me di cuenta que no lo había compartido por acá.
Todos los epis están buenísimos, especialmente para quienes estamos en el tercer piso, pero este me fascinó de sobremanera. Jenny habla sobre su proceso con la creatividad y el mostrar su trabajo online, lo vulnerable que se siente y cómo navega estas emociones.
Es un epi cortito, pero poderosísimo. Me encantaría invitarte a que lo escuches:
♥️Amorcito que recibe Adentro♥️
Me encantó y quiero vivir una vida en borrador. No entiendo cómo tu cerebro puede hacer todo este escrito de escuchar música. Yo solo bailo, que pritty tu mente. Feliz wknd, thank u for sharing!
-Camilla P.
Para escribir en tu journal:
- ¿Cómo se ve el proceso de restauración para ti?
- Si lo has hecho, ¿qué has sentido?
- ¿Qué partes de tu mundo interno han recobrado color?
Y con estos últimos pensamientos me despido por hoy.
¿Qué te pareció este newsletter? ¡Responde a este correo y cuéntame!
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¡Espero que tengas un lindo fin de semana!
Un abrazo,
Mariana♥️
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