Cuando las emociones reservan una mesa👩🏻‍🍳

¿Qué tal ha estado tu semana? El otro día leí un post que decía algo como:

Este es un secreto sobre las cosas que amas: si las dejas, siempre puedes retomarlas. Siempre puedes pintar de nuevo, coser de nuevo, hacer hiking de nuevo, tocar música de nuevo, leer ese libro de nuevo, y hasta ver la película nuevamente. Y aunque pienses, 'pero ha pasado tanto tiempo', a la cosa que amas no le importa cuánto tiempo ha pasado.

Y me encantó porque justo tuve un par de semanas donde me ha costado seguir y honrar mis rituales de auto-cuidado que me ayudan a centrarme. Y esta frase me ha ayudado a retomarlos –de a poquito y a mi ritmo– para volver a anclarme en el aquí y ahora. Te lo comparto por si acaso estás pasando por algo similar, o necesitas esa confirmación compasiva de que siempre podemos retomar y reanudar las prácticas que nos conectan con la parte más auténtica y congruente de nosotras y nosotros.

Te comparto el acompañamiento musical para el newsletter hoy, ¡espero lo disfrutes!


Recuerdo cuando saqué en mi podcast un episodio sobre la ansiedad  (E025), la incomparable neuropsicóloga panameña extraordinaire Xochitl Delgado me hizo un comentario/cumplido que atesoraré para siempre: "Mariana, siento que deberías ser parte del equipo creativo de Pixar para una peli tipo 'Inside Out'".

Sin saberlo, Xoch descifró lo que sería mi trabajo soñado: asesora de salud mental para una película de Pixar. Esto lo comparto por aquí con dos intenciones: dejarlo por escrito para manifestarlo, y también aprovechando si hay alguien que me lee que tiene conexiones con Pixar, ya tienen mi contacto –¡una nunca sabe!

La razón por la cual este comentario significa tanto para mí es porque estoy constantemente imaginándome el mundo interno de diferentes maneras. Este newsletter se ha convertido en un medio para intentar describir las diferentes representaciones que tengo sobre lo que ocurre adentro. En mi mente, soy como Ms. Fizzle, la de El Autobus Mágico, o por lo menos es lo que intento hacer: llevarles por una travesía de nuestro mundo interno e invitarles a (des)aprender.

Como te mencioné más arriba, la forma como veo el mundo interno cambia frecuentemente. A veces me lo imagino como apareció en Inside Out:

Con trenes de pensamiento, studios de sueños, islas de personalidad y tierra de la imaginación.

Y otras veces, me lo imagino con otras formas. Muchas de ellas las he compartido por acá: como un lugar con fantasmitas y angelitos, como un lugar donde es importante reconocer los elefantes que pueden aparecer, como un lugar donde hasta los Pokémones nos traen una enseñanza, como un lugar donde podemos ser reposteras y reposteros, y hasta como un lugar donde co-habitan varias versiones y/o partes de nosotras y nosotros.

Imaginarme el mundo interno de esta forma me ayuda a ir desmenuzando mi experiencia emocional, quizás describirla de una manera más visual y gráfica para así empezar a hacer sentido de ella. Y, como uno de mis talentos y regalos son las palabras, pues aprovecho este espacio para describir estas imágenes mentales que me llegan –esperando que quien me lee las pueda visualizar, también. Aunque no tengo las habilidades artísticas para poner visualmente cómo me imagino todo esto, espero que mis palabras sean suficientes para armarte la imágen. Y, recientemente, me llegó una de esas imágenes mentales del mundo interno, esta vez como un restaurante.

Lo curioso sobre la forma en la que me imagino las cosas, es que suele ser muy específica. En este caso, no es cualquier restaurante, sino los restaurantes que aparecen en las películas de Hollywood clásico: luz tenue, un trio de jazz tocando, sofás de cuero rojo que son como semi-circulares, los hombres con sus trajes impecables, las mujeres con sus vestidos preciosos y lipstick rojo, y el que atiende la barra con una corbata de gatito limpiando una copa mientras le recibe la orden a alguien que acaba de entrar. Sí, yo sé, me armo literalmente la película en mi cabeza –casi que con los actores y todo.

Bueno, ya que te describí cómo en mi mente se ve "el restaurante del mundo interno", te comento un poco sobre lo que imagino ocurre aquí adentro. Algo que me llama mucho la atención de esas pelis de Hollywood clásico es que hay personas que cuando entran al restaurante, son recibidas y recibidos por los anfitriones del mismo con tanta familiaridad. "Hola Sr. Astaire (por Fred Astaire), ya le tenemos su mesa lista, pase por acá," es algo que suelen decir. Siempre fantaseé con cómo se sentiría entrar a un lugar y me dijeran que ya me tienen mi mesa. O sea, tener una mesa en un restaurante. Como decimos en Panamá: que nivel.

En verdad no tengo idea cómo funcionan los restaurantes y si realmente hay gente que siempre tiene una mesa reservada o no, pero imagino que quienes sí tienen una mesa reservada pueden llegar cuando gusten vs. quienes no tienen una reserva asegurada tienen que hacer un esfuerzo activo para ubicar un espacio en dicho restaurante. Y bueno, hilando esto con el mundo interno, así es como me he estado imaginando las experiencias, situaciones y las emociones que son parte de ellas, pero te quería pintar el entorno para que te lo imaginaras conmigo.

Yo creo que hay experiencias en nuestra vida donde ciertas emociones tienen mesa reservada (es decir que, no importa si te ocurre a ti o a mi, es muy posible que compartamos y coincidamos en muchas emociones); así como hay experiencias donde tenemos que reservarle mesa a ciertas emociones, porque quizás no ocurrirán de forma inmediata o natural. Procedo a ejemplificar.

Ejemplo experiencial A: empezar un trabajo nuevo

Cuando empezamos un trabajo nuevo, imagino que las emociones que tienen mesa reservada en esta experiencia son: nervios, ansiedad, miedo, inseguridad, emoción e incertidumbre, por nombrar algunas. Independientemente de por qué estamos iniciando un nuevo trabajo, la mayoría de las personas que iniciamos en un puesto nuevo solemos tener estas emociones porque son parte de una experiencia universal. Y, al tener una mesa reservada, ya podemos empezar a anticipar que quizás vamos a sentir una, muchas o todas de estas emociones –algunas a mayor intensidad que otras.

Y, paralelamente, algunas emociones que a mí me parece que hay que reservarles mesa en esta experiencia incluyen: gratitud, compasión, gracia, inspiración, esperanza, por nombrar algunas. Con esto no quiero decir que solo sintamos las emociones que tienen reserva garantizada o solo sintamos las emociones que tienen que reservar mesa. Mi intención con este ejemplo es mostrar cómo una experiencia puede traer emociones mixtas, y todas tienen espacio en el restaurante de nuestro mundo interno. Empezar un nuevo trabajo, por ejemplo, aunque es algo que puede evocar nervios e inseguridad (porque nos invita a salir de nuestra zona de confort), tiene también un potencial súper inspirador y motivador –y precisamente por esto, podemos hacer espacio para extendernos gratitud y compasión a nosotras/os mismas/os por atrevernos a buscar algo distinto.

Ejemplo experiencial B: atravesar una ruptura amorosa

Imagino que algunas de las emociones que tienen mesa reservada en esta experiencia son: duelo, tristeza, culpa, enojo, soledad, e incomodidad, por nombrar algunas. Independientemente de las razones por las cuales se dieron la ruptura, estamos hablando de una experiencia donde compartimos una parte importante de nuestro mundo interno con otra persona; descubrimos partes de nosotras/os junto a alguien más; y nos abrimos a ser vulnerables para sumergirnos en la intimidad emocional. Solo por esto, es completamente natural y esperado sentir duelo e incomodidad, porque estamos dejando atrás un capítulo de nuestra vida –y esas emociones son parte de una experiencia así.

Por el otro lado, algunas emociones que a mí me parece que hay que reservarles mesa en esta experiencia incluyen: auto-compasión, gracia, acompañamiento emocional, y vulnerabilidad. Quizás estas emociones no nos salgan de forma natural, pero son precisamente aquellas que ayudan a contrarrestar la experiencia difícil de decirle adiós a alguien. Quizás, nos toca intencionalmente incluirlas en nuestro repertorio diario, precisamente para navegar la turbulencia esperada que es parte de terminar un capítulo relacional tan íntimo. Quizás, es a través de la auto-compasión y el dejarnos ser acompañadas y acompañados emocionalmente por nuestros seres queridos, lo que nos ayuda a vivir con esta experiencia. No por minimizar las emociones displacenteras e incómodas, sino para no vivirlas tan solitas y solitos.

Espero estarme dando a entender con esta analogía que traigo hoy, pero como siempre te comparto explícitamente mi intención con el objetivo de dejarlo un poco más claro. Mi intención con la reflexión de hoy es invitarte a abrirte al amplio, rico, maravilloso, abundante, generoso, sorpresivo, y vasto mundo emocional que habita dentro de nosotras y nosotros. A veces, queremos negarnos a nosotras mismas y nosotros mismos ciertas emociones, por distintas razones. Quizás, porque pudiese resultar muy doloroso permitirnos sentir estas emociones; quizás, porque nos genera vergüenza sentirnos de X o Y manera; o quizás, porque se nos ha enseñado que no nos "deberíamos" sentir así.

Creo que cuando podemos reconocer que hay ciertas emociones que tienen mesa reservada en algunas experiencias de vida, podemos empezar a pensar en la posibilidad de permitirnos sentir estas emociones. Y, al hacer esto, podemos alejarnos cada vez más de los "deberías" de nuestro mundo interno, y acercarnos a las emociones como van apareciendo. Así como los comensales de un restaurante con una mesa reservada, las emociones con mesa reservada puede que aparezcan y usen su mesa, así como puede que no lo hagan. Pero saber que esa mesa está reservada, nos ayuda a organizarnos y prepararnos para esa posibilidad.

Y, de forma paralela, cuando podemos anticipar que algunas experiencias nos puedan hacer sentir de una forma u otra, podemos ir descifrando aquello que podríamos necesitar, y haciendo un esfuerzo para hacer reservación previa para las emociones o experiencias que nos puedan ayudar a navegar los altibajos emocionales que son parte de nuestra vida o a las que es importante abrirles un espacio. No es anticipar las emociones para intentar controlarlas, sino quizás anticipar que vamos a sentir algo y que, al sentir algo, vamos a necesitar de ciertas herramientas emocionales para hacer frente a las experiencias de la vida.

Mi invitación con la reflexión de hoy es sencilla: darnos permiso de sentir. Si podemos empezar a pensar en las emociones como inevitables en cada una de nuestras experiencias de vida, entonces podemos empezar a abrir el espacio para ser movidas y movidos por ellas. Y, al hacer esto, podemos empezar a movernos por esta vida con un poco más de apertura emocional y vulnerabilidad. Resistirnos de la tentación de querer suprimir, ignorar, negar o desaparecer emociones; y, por el contrario, abrirnos a dejar que las emociones nos visiten, y permitirnos sentirlas como sea que decidan aparecer. Apoyándome en las palabras de John, Paul, George + Ringo (y el acompañamiento musical de hoy): let it be.

Mi gentil recorderis para el día de hoy:

"Actuar como si no tuvieras emociones no te protege de ellas." - @selfcarewithawall 

Si necesitas un epi para seguir pensando y reflexionando sobre el tema:

E002: ¿Es la vulnerabilidad una debilidad?


Esta semana publiqué un post nuevo en IG sobre los "bolsillitos de felicidad", aquellas fuentes diarias de alegría que se van acumulando y haciendo de esta vida algo mucho más lindo de transitar.

Puedes leerlo, darle cariñito y comentar en el mismo, haciendo clic abajo:


Aparentemente,
me gusta el soft jazz islandés

Hace poco mi Spotify me lanzó un álbum de sugerencia y, aunque sé que es fatal alimentar mi algoritmo porque significa que les estoy reconfirmando que me conocen mejor de lo que deberían, es más fuerte que yo. Y se ha convertido en uno de mis EPs favoritos para iniciar mi día –mucho más aún en estos días lluviosos. Laufey es una cantautora islandesa que tiene un sonido que me recuerda como a Norah Jones y a Lauryn Hill.

Si esta es tu vibra, te lo recomiendo con un cafecito en la mañana para potenciar tu bolsillito de felicidad.  

♥️Amorcito que recibe Adentro♥️

Hola Mariana!! Hace poco tiempo comencé a seguir tu trabajo y me encanta demasiado. Yo no soy de leer tanto pero creo que en un día me leí como 5-6 de tus newsletters back-to-back!

-Ana Gabriela M.

Para escribir en tu journal:  

  1. Elige una experiencia de vida que estés atravesando ahora mismo
  2. ¿Puedes identificar las emociones con mesa reservada? ¿Cuáles son?
  3. En base a eso, ¿cuáles emociones, actitudes o experiencias pudiesen necesitar que les "reserves" una mesa?

Y con estos últimos pensamientos me despido por hoy.

¿Qué te pareció este newsletter? ¡Responde a este correo y cuéntame!

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¡Espero que tengas un lindo fin de semana!

Un abrazo,

Mariana♥️