Apelando a los lentes de farmacia👓

¿Cómo te has sentido esta semana? Si puedes, tómate un momentito antes de iniciar a leer el newsletter de hoy para escribir algunas emociones que has estado sintiendo esta semana. Si necesitas ayuda, te dejo algunas opciones: tranquila, cansado, preocupada, ansioso, enojada, frustrado, aterrada, contento, agradecida, confundido, nerviosa–por nombrar algunas. Si quieres/puedes, escribe las 2-3 emociones que han estado más presentes. Si deseas contárselas a algún ser querido en un espacio seguro, creo que eso sería genial, pero el simple acto de reconocerlas y nombrarlas es más que suficiente por hoy. Gracias por ser honesta/o, conmigo y contigo. En cualquiera de las emociones que hayas elegido reconocer hoy, espero que este fin de semana puedes honrarlas y recibir lo que necesitas.


Pasé estos días libres que tuvimos en Panamá en modo completamente descanso y recarga. Es decir, adelanté algunos pendientes, así como me vi algunas pelis (que incluí en mi sección de Recomendaciones más abajo). Pero, antes de que te adelantes hasta allá, quédate un ratito aquí conmigo y con la reflexión que te quiero compartir hoy.

¡Quédate justo ahí! 

Dentro de estos pendientes que mencioné más arriba, estaba ir a la óptica para: a) revisar cómo está mi vista (que tenía un año sin revisármela) y b) ver si actualizo los lentes que tengo hoy en día. Después de probarme casi todos los lentes que tienen disponibles, consultarle a absolutamente todas las personas que estaban ahí cuál les gustaba más –solo para terminar ignorando sus comentarios y eligiendo los que más me gustaban a mí– y estar en un 'ir y venir' de mi selección, finalmente elegí mis favoritos y entré al consultorio de la doctora para hacerme el examen de la vista.

A mí me diagnosticaron con miopía cuando estaba en 5to año del colegio, es decir que tenía alrededor de 16 y 17 años. Sin ánimos de hacer una matemáticas reveladora en este newsletter, basta con decirte que esta no es mi primera vez haciéndome un examen de la vista, por lo que estaba lista para lo que debió ser una visita bastante rutinaria. Pero, si saben cómo me pongo...

Cuando la doctora me estaba haciendo el examen de la vista, me di cuenta de la cantidad de mini-ajustes que le hacía a la máquina oftalmológica para analizarme la vista. Me sorprendió la paciencia y atención al detalle con la cual la especialista revisaba mi visión, haciéndome preguntas como: ¿Con cuál ves mejor? ¿Y ahora? Y si te coloco estos lentes, ¿lo ves más claro? Y, ¿ahora? Probemos con estos ahora, ¿hay diferencia? Todas estas preguntas, hacían que –en la mitad del examen visual– tuviese 2 cosas en mente: la primera, me obligó a enfocarme en mi vista y conectarme con ella para determinar cómo está (que es algo que quizás tomo por sentado, porque al usar lentes todo el tiempo se me olvida que sin ellos, literalmente no vería el mundo); y, la segunda, en lo especializado y personalizado que es la tarea de sacar una receta para lentes.

Y esta segunda idea, me hizo pensar en los lentes de farmacia –de esos lentes pre-hechos que venden en las farmacias. En cómo, muchas veces, las personas se los prueban y se dan cuenta que sus ojos se ajustan a ellos y ven un poco mejor, y así deciden llevárselos a su casa. Empecé a pensar, en lo poco personalizados que son los lentes de farmacia, y me surgió una duda que decidí compartírsela a la doctora en ese momento. Me interesaba saber qué opinaba de los lentes de farmacia: ¿Los recomendaba? ¿Los odiaba? Me entró una curiosidad enorme por saber qué pensaba. Y la respuesta que me dio, me dejó reflexionando tanto que inspiró el newsletter de hoy:

Los lentes de farmacia funcionan, siempre y cuando tengas vista 20/20 o si necesitas el mismo tipo de ajuste en ambos ojos, y que no exceda de cierto número en cada ojo.

Adicional a esto, también es importante diferenciar aquellos de buena calidad. Porque también pudiese pasar que compras unos de mala calidad que tienen graduaciones distintas para cada lente, y eso hace que sea hasta más incómodo ver.

Espero haber capturado de una manera acertada lo que la doctora me quiso comunicar, pero más allá de los tecnicismos de los lentes o de las graduaciones, me quiero quedar con lo que esta breve explicación me dejó pensando y reflexionando –y un poco para responder la pregunta que imagino que te estás haciendo en este momento:

Ajá, Mariana, ¿esto que tiene que ver con tu newsletter?

Imagino que la analogía de "lentes de farmacia" puede aplicarse a varias profesiones, no solamente en el área de optometría u oftalmología. La forma en la que me la imagino es como algún producto o servicio que quizás es menos personalizado, más generalizado, y más disponible para consumo masivo. En mi profesión, por ejemplo, los "lentes de farmacia" pueden ser libros de auto-ayuda, talleres para regular las emociones, cursos de inteligencia emocional o cualquiera "solución" rápida, accesible y fácilmente digerible que atienda temas de salud mental.

Y, para serte completamente honesta (y desafiando la vergüenza que siento admitiendo algo así), puedo ser un poco hater con los "lentes de farmacia" de la psicología. Y no tenemos que irnos tan lejos para comprobar esto: hace exactamente dos newsletters te dije que no iba a leer un libro motivacional porque "no es mi estilo". Lo que es una forma un poco más amable y menos elitista (y arrogante) de decir que los rechazo. Aunque sea sumamente incómodo para mí sostener este espejo conmigo misma y reconocer mi postura en relación con los "lentes de farmacia" de mi profesión, creo que es lo más congruente y honesto que puedo ofrecerme y ofrecerte en este momento.

Pero, esta respuesta que me dio la doctora me invitó a desafiar esta perspectiva un poco y me hizo pensar: ¿Qué pasa si los "lentes de farmacia" no es que 'no sirven'? Sino que, quizás, son para un tipo específico de persona con condiciones y necesidades únicas. ¿Qué pasa si la presencia de "lentes de farmacia" no entran en competencia con "lentes personalizados"? ¿Qué pasa si pueden ser complementados y –aunque sean un producto generalizado– pueden funcionarle de una manera específica y personalizada a un determinado tipo de persona? ¿Qué pasa si los "lentes de farmacia" –aunque ofrezcan una solución más inmediata– puede ser precisamente lo que una persona está necesitando en ese momento?

¡Mis lentes! ¡No puedo ver sin mis lentes!

Escribiendo esta edición, me he acordado de una conversación que tuve hace algunas semanas con mi amiga, Giuliana, de quien aprendo en cada interacción y conversa profunda que tenemos. Ella compartió un post de una cuenta de un profesional de salud mental cuya forma de psico-educar es un poco distinta a la mía. Sus posts utilizan términos un poco más absolutos (todo, nunca, siempre, nada), y le explican su experiencia emocional a la gente –algo que yo conscientemente evito hacer en mis distintas plataformas. Y le respondí ese post diciéndole que no estaba de acuerdo con la forma, pero que entendía el mensaje. A lo que ella me contestó, "él no es para todo el mundo."

Y, es verdad. Pero, tampoco soy yo ni lo que ofrezco. Hay personas que gravitan a un contenido más explicativo, hay otras personas que gravitan a contenido más reflexivo, y hay otras personas que gravitan a contenido más directivo. ¿Alguna de estas aproximaciones está "mal"? Si estas herramientas están ayudando a los usuarios de las mismas a: revisar su salud mental, reconocer y expresar sus emociones de forma honesta y sana, vivir vidas más congruentes, desestigmatizar la salud mental en ellas/os mismas/os y en las/os demás –¿quién soy yo para decidir si es 'válido' o no? Si la persona se siente vista por lo que lee, escucha y aprende de salud mental, eso significa que eso está funcionado para esa persona.

Soy partidaria de intentar no emitir juicio y cuidarme de no perpetuar emociones de vergüenza en la forma en la que las personas viven sus vidas, lo cual incluye la forma en la que desarrollan sus propias prácticas de bienestar y salud mental. Creo que hay suficiente juicio en este mundo, y no quiero ser alguien que deposite aún más de eso en mis interacciones. Sin embargo, como todas y todos, tengo puntos ciegos –y los "lentes de farmacia" de la psicología (o lo que yo considero que son los "lentes de farmacia") es uno de mis puntos ciegos. Soy tan apasionada con lo que hago e intento trabajar desde un punto de ética, que a veces me puedo volver moralista y prejuiciosa –que es precisamente aquello que intento no hacer.

Esta respuesta que me dio la doctora me hizo reevaluar y monitorear mi forma de relacionarme con diversas prácticas de salud mental. Existen prácticas individuales (leer libros, consumir contenido de salud mental, hacer journalling, ir a terapia); prácticas relacionales (hablar en espacios seguros, compartir vulnerabilidad); y hasta prácticas comunitarias (ser parte de algo más grande que nosotras/os, como "Acompañar", por ejemplo). Y, todo puede llegar a funcionar, pero primero tenemos que darnos permiso de mirar hacia adentro para así poder determinar qué pudiésemos necesitar. Quizás para algunas/os son lentes de farmacia, para otras/os son la misma receta de hace 10 años, para otros van variando mucho o poco, y otras/os hasta pudiesen elegir lentes de contacto porque no les gusta cómo se ven con lentes.

Es curioso porque ahora usando esta analogía de los "lentes de farmacia", pienso en mi contenido y en toda la razón por la cual empecé a hacer lo que hago: quería hacer de la salud mental algo más accesible y digerible para las personas –en especial las personas hispanohablantes, ya que en ese momento que empecé, ese contenido era limitado en español. Hoy en día, me alejo un poco de hacer contenido más explicativo o directivo, pero aún así estoy creando contenido que sea de fácil acceso. Imagino que hay quienes resuenan más con mis posts, otras/os que resuenan más con este newsletter, otras/os que resuenan más con el podcast, y seguramente muchas/os que no resuenan con mi contenido del todo.

Y, ¿adivina? Todo es válido. Porque es lo que estás necesitando en ese momento. Pienso en mi propio ejemplo cuando estoy navegando alguna emoción incómoda o difícil para mí de aceptar, y cuando a veces ocurre justito saliendo de psicoterapia (que es mi versión de "lentes personalizados"). A veces, necesito usar mis recursos más básicos e inmediatos para ayudarme a navegar esta incomodidad: hablarlo con alguien, escribirlo, meditar por 10 minutos, leer un post que tenía guardado sobre eso, o lo que sea que tenga a mi alcance. Y eso es igual de valioso (aún cuando es más inmediato) que aquello más especializado.

Algo para pensar.

Ya he hablado anteriormente sobre cómo la psicoterapia no es la única forma de sanar, y esta edición quizás es volver a resaltar ese mensaje. Un gentil y amable recorderis, para mí y para ti, que no descartemos los "lentes de farmacia" sin antes hacer una exploración para determinar si estos pudiesen hacer juego con nuestras necesidades en ese momento. Y adicional a esto, extender dos invitaciones: una a las y los usuarios de salud mental, y otra a mis colegas que me leen.

A quienes tienen diversas prácticas de salud mental y/o bienestar, espero que estas prácticas sean congruentes con tus necesidades en ese momento. Espero que te puedas tratar con cariño, auto-compasión y gracia mientras vas descubriendo aquello que mejor hace juego contigo en este momento, y espero que puedas reconocer y validar tus prácticas de salud mental con aquello que se siente congruente contigo ahora mismo. Y, sobretodo, espero que puedas permitirte necesitar y buscar algo distinto si te estás dando cuenta que lo que estás haciendo ahora mismo no te está funcionando. La psicoterapia no es talla única, y las prácticas de salud mental tampoco.

Y, para mis colegas que me leen (tanto las/os actuales así como las/os futuras/os), tenemos una tarea hermosa y sumamente importante en nuestras manos. Cada persona que consume nuestro contenido, asiste a nuestro consultorio, participa en nuestros talleres, o lee nuestro material, nos está confiando una parte preciada de su mundo interno y su salud mental. Ya sea que nos dediquemos a hacer "lentes de farmacia" o "lentes especializados", asegurémonos de hacerlos de buena calidad. Y, para lograr eso, el trabajo empieza con nosotras/os mismas/os, nuestra propia ética y nuestra honestidad de delimitar el alcance que tiene nuestro trabajo.

Mi gentil recorderis para el día de hoy:

"Sé consciente que las personas tienen diferentes formas de lidiar con la vida. El proceso de sanar no es talla única." - @justthesignyouneeded

El domingo pasado fue el final de temporada de Euphoria y, como es de esperarse, hice un post sobre las lecciones de salud mental con las que me quedé en esta segunda temporada. Puedes ver el post completo haciendo clic abajo:


Este fin de semana fue extendido, por lo que hoy me voy a dar permiso de compartirte dos recomendaciones. Gracias por entender.

Madres Paralelas (2021)

No me considero una crítica del cine. Me fascina el cine, me fascinan las historias, y me fascinan los personajes, pero cuando veo cine no estoy viéndolo desde un ojo crítico. Como mucho del contenido que consumo, lo estoy viendo desde un ojo clínico –y, más recientemente me he dado cuenta, lo siento desde un lugar muy vivido. Habiendo dicho eso, si una película me hace sentir algo (con la excepción del miedo, eso no me gusta sentirlo en el cine): incomodidad, tristeza, conmoción, nostalgia, sacudida emocional, alivio –o incluso una sensación que no puedo ni poner en palabras– es muy probable que esa vaya a ser una peli que voy a recomendar acá.

Madres Paralelas, la más reciente peli de Pedro Almodóvar y por la cual Penélope Cruz está nominada a mejor actriz, me hizo sentir muchas cosas. Me sentí asombrada, desconcertada y conmovida, por nombrar algunas emociones. La historia entremezcla la maternidad desde un lugar muy incómodo, y la necesidad de rescatar + honrar la memoria personal, así como la memoria colectiva. Pedro Almodóvar tiene una cualidad muy interesante de desarrollar personajes femeninos que atienden a las sutilezas de la experiencia humana femenina, como muy pocos directores hombres logran hacerlo. En resumen, me encantó y la recomiendo muchísimo. Está disponible en Netflix.

Kiki's Delivery Service (1989)

Esta peli me la recomendó mi queridísima Carola, y me pareció la cosa más wholesome que he visto en mucho tiempo (traté de buscar la traducción de wholesome, pero no encontré ninguna que me satisfizo, la más cercana creo que es "sana"). Es una película animada japonesa que explora la vida de una brujita que, al cumplir 13 años, debe tomarse un año de vida independiente en una comunidad fuera de casa para refinar sus poderes y hacer uso de su magia de una forma servicial. Se que son lugares semi-ficticios, pero quedé con unas ganas tremendas de visitar la ciudad en la que se acomodó, así como la panadería que aparece ahí. Es una peli ligera y muy linda, si quizás estés necesitando algo más de ese estilo en estos días. Está disponible en Netflix.

♥️Amorcito que recibe Adentro♥️

El newsletter de hoy ha sido de mis favoritos, primero porque es una analogía que siempre la he tenido presente en mi vida, segundo porque adoro la naturaleza (soy Ingeniera Ambiental)  y explorar de esta forma el sentimiento de vergüenza me pareció muy interesante.

Gracias por brindarnos el espacio para navegar estos sentimientos.
- Katherine F.

Para escribir en tu journal:

  1. ¿Cómo se ven tus "lentes de farmacia" de salud mental?
  2. ¿Cómo se ven tus "lentes personalizados" de salud mental?
  3. ¿En qué momento pudieses necesitar de cada uno?

Y con estos últimos pensamientos me despido por hoy.

Reenvíaselo a alguien que crees que se pueda beneficiar de conocer sobre la utilidad de los "lentes de farmacia".

Si eres nueva/o y quieres leer newsletters pasados, haz clic aquí.

¡Espero que tengas un lindo fin de semana!

Un abrazo,

Mariana♥️