Repitiendo como papagayo🦜

¿Qué tal tu semana? Espero que haya tenido destellos de gratitud, de tranquilidad y presencia. Imagino que tendrás tus propias vivencias, retos, desafíos y tensiones –muy distintas a las mías y quien abrió este newsletter antes o después de ti. Pero, también sé que hay motivos, experiencias, sueños, relaciones y oportunidades por las cuales vale la pena agradecer. Mi deseo para ti es que hoy te puedas enfocar en aquello en lo que merece tu gratitud, y que te tomes un momentito para expresarlo de la manera más honesta para ti.


¿Has escuchado la frase repetir como papagayo? No sé si es algo que se usa solo en Panamá o en otras partes del mundo, pero en cualquier caso, la explico brevemente. Se refiere a las veces que repetimos las cosas sin prestar mucha atención a lo que realmente estamos diciendo. Repitiendo lo que alguien más dijo, sin quizás entender a profundidad lo que estamos diciendo o siquiera a curiosear sobre el contexto en el que se dijo. Recientemente, observé en mí misma la tentación de repetir como papagayo algunas frases que hace muchos años había aprendido y que quizás no hacen tanto sentido para mí hoy en día.

Un poco de contexto: no recuerdo si en algún momento lo he comentado por aquí, pero vengo de una familia católica. Tanto mi mamá como mi papá, los dos, han sido personas súper influyentes en la parroquia donde mis hermanas/o y yo crecimos. Tanto así, que hasta catequista fui en algún momento de mi vida. Pero mi presencia en la Iglesia o quizás mi parte más "practicante" fue cambiando a medida que fui entrenándome como psicóloga. No porque la psicología y la religión no sean complementarias, porque conozco muchísimas psicólogas practicantes en su religión que son increíbles y excelentes profesionales que entremezclan ambos temas de una forma sana. Pero, personalmente, a mí no me hacía sentido muchas de las cosas que escuchaba en la misa con aquellas que estaba desaprendiendo en mi propia psicoterapia y en mis estudios universitarios.

No es mi intención utilizar este espacio para criticar ni señalar a quienes sí practican (esta o cualquiera religión) ni volverlo un debate de "quién está en lo correcto" y "quién no". Yo profundamente creo que cualquier práctica que te lleve a revisar tu mundo interno desde un lugar de no-juicio, que te lleve a practicar una vida más congruente y a tener relaciones más sanas –sin hacerle daño a los demás ni a ti misma/o– es válida. Y a todas/os nos funcionan prácticas diferentes para cuidar nuestra salud espiritual.

La razón por la cual estoy escribiendo de esto hoy es porque me pasó algo super curioso la semana pasada que fui a la primera comunión de mi sobrina Ale. Aún cuando tenía años sin ir a misa, me encontré recordando de memoria todas las partes de este rito. Me sabía de memoria las respuestas que me "tocaban" dar y las oraciones que en algún momento –cuando estaba de la edad de Ale– también me enseñaron a decir. Y tuve que hacer un esfuerzo activo para decidir si las repetía o no. Tuve que hacer un esfuerzo activo para identificar aquellas frases o respuestas que se alinean con la persona que soy hoy en día, y en aquellas que no. Y más importante aún, curioseando sobre las frases que hubiese terminado repitiendo como papagayo.

Fue un reto tremendo no caer en piloto automático y repetir frases con las que quizás no estoy de acuerdo hoy en día, así como intencionalmente honrar aquellas con las que sí. Y este pequeño, pero poderoso ejercicio, me hizo pensar en cuantas cosas en nuestro día a día repetimos como papagayo, sin quizás pensar la intencionalidad. Cuando preguntamos a la gente cómo está, por ejemplo, ¿realmente estamos abriendo el espacio intencionalmente para que nuestros seres queridos nos contesten cómo están? ¿Realmente estamos en el espacio disponible para escuchar de una manera compasiva y sin juicio?

Y, cuando nos preguntan cómo estamos: ¿contestamos de una manera intencional o repetimos como papagayo el tan conocido: bien y tú? ¿Qué significa estar "bien"? Y, cuando lo decimos, ¿a qué nos estamos refiriendo? Y, más importante aún, ¿es honesto y congruente con cómo nos estamos sintiendo? ¿Es una palabra que se alinea con lo que genuinamente está en nuestro mundo interno o solo la estamos "repitiendo como papagayo"? Cuando estamos con nuestros seres queridos, ¿estamos enganchadas/os en conversaciones donde repetimos como papagayo o estamos haciendo un esfuerzo para relacionarnos de una manera más intencional?

Toda esta conversación (mas bien monólogo, en verdad) me recuerda a un tuit que compartí hace algunos meses:

Mi intención con esta reflexión es invitarte a mirar la intencionalidad y congruencia detrás de lo que dices, de cómo te comunicas, y de lo que agregas a tus relaciones y conversaciones en el día a día. Es cierto que hay muchos espacios donde nos toca repetir como papagayo, quizás porque no hay mucho permiso o apertura para la vulnerabilidad (por las razones que sea). Pero aquellas donde sí lo hay, en esas relaciones donde la vulnerabilidad es un eje central, son donde más permiso nos podemos dar para ser intencionales con lo que decimos. Poder elegir qué respuestas o palabras ya no queremos repetir como papagayo –desaprenderlas– y así elegir palabras más congruentes con nuestro mundo interno.

Mi gentil recorderis para el día de hoy:

"Mientras más de acuerdo estoy con mis emociones, más como "yo" me empiezo a sentir nuevamente." - @annecarly.mm

Una de mis partes favoritas de escribir "Adentro" es leer los mensajes que me responden. Es un regalo preciado el poder recibir en mi bandeja de entrada las perlitas de vulnerabilidad que muchas/os de Uds. hacen a partir de este newsletter. Quisiera compartirlos todos porque hay muchísimas cosas que leo por ahí que me hacen muchísimo sentido y me encantaría que quienes estén suscritas/os a este espacio tengan acceso a ello. Es por eso que...

...¡cree el espacio colectivo/comunitario de "Adentro"! Un espacio mensual donde quienes son parte de la membresía pagada de este newsletter, participaremos de una llamada grupal para hacer sentido de algunas cositas que por aquí comparto, conversar sobre alguna peli o serie que he recomendado, ¡o hasta hacer una tabla de queso juntas y juntos! Las posibilidades son infinitas...

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"Haciendo sentido de este año juntas y juntos."

¡Me emociona muchísimo que nos vamos a estar conectando para conversar y desaprender juntas y juntos!


Lo liberador que es decir que "no"

Tenía mis dudas de si debía incluir "papagaya" dentro del título de este newletter. Al final no lo incluí, pero como mi inconsciente es como es, terminé eligiendo un artículo para compartir que habla del fenómeno de "repetir como papagaya" desde una perspectiva de género. Es bien sabido que a las mujeres nos condician para ser amables, "llevar la fiesta en paz", y acomodarnos al resto del mundo al decir frecuentemente que "sí".

Este reflexivo artículo escrito por Anna Holmes para The Atlantic nos habla sobre lo importante que es para las mujeres reaprender cómo decir que no. Inspirada en el ejemplo de Jane Austen quien declinó una propuesta de matrimonio, Rosa Parks quien se rehusó a ceder su puesto de bus, o Flo Kennedy quien simplemente no aceptó que no la aceptaran a la Escuela de Derecho de Columbia University por discriminación racial.

Haz clic abajo para leerlo.


Para escribir en tu journal:

  1. ¿Qué frases emocionales sueles "repetir como papagayo"?
  2. ¿Con qué otras frases puedes reemplazarlas?

Y con estos últimos pensamientos me despido por hoy.

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¡Espero que tengas un lindo fin de semana!

Un abrazo (virtual),

Mariana♥️

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