Repensando la zona de confort🦺

Junio siempre es un mes muy especial para mí, por varias razones: estamos en la mitad del año, lo cual nos da una gran oportunidad para "parar y pensar" sobre dónde estamos emocionalmente y dónde queremos estar (lo podemos hacer constantemente, pero he encontrado que hacerlo en fechas importantes se siente un poco menos desafiante y un poco más natural); es el mes de mi cumpleaños (esta es probablemente la razón principal por la cual amo este mes); y, quizás, por eso lo percibo como un mes "refrescante" en el año.

Como sea que estés cerrando mayo y abriendo junio, espero que esté alineado con cómo se siente tu mundo interno en este momento. Espero que estés pudiendo cultivar espacios seguros en tus relaciones cercanas para compartirte y mostrarte tal cual te sientes hoy en día, y que este nuevo mes te brinde nuevas oportunidades para extenderte compasión y cariño –con la esperanza que te permita relacionarte con el mundo externo desde un lugar de más calma y gratitud.

Como siempre, te comparto el acompañamiento musical para esta edición, ¿te parece si iniciamos con la reflexión de hoy?


Mis amigas y amigos suelen preguntarme cuando estamos conversando –en broma y en serio– si la conversación que estamos teniendo aparecerá en el próximo newsletter. Lo que elijo compartir aquí nace de diferentes fuentes: artículos, frases, posts, videos, series, películas, y la vida real. Así que, en anticipación de estas bromas (que tienen muchísimo sentido) ahora suelo advertir o avisar cuando un pedacito de nuestra conversa aparecerá en la próxima edición de Adentro. Y les digo que es parte del paquete cuando eligen ser mis amigas/os, casi que la letra pequeña de nuestra relación de amistad.

Lo siento... bueno, en verdad no. 

Recientemente, me topé con un post de Instagram que tuve que leer varias veces para entenderlo, y propició una conversación rica con una amiga, que dio pie a la reflexión que te comparto el día de hoy:

@dominga_habla_sola

El mismo lo compartió mi querida amiga Anyela, a quien quiero y admiro muchísimo, y me dejó pensando un montón. Sin dudarlo, le pregunté a ella cómo lo interpretaba –lo que desencadenó en un ping pong de voicenotes + mensajes entre nosotras intentando hacer sentido de esto.

Yo me quedé enganchada con la imágen de arriba ('a veces sales de la zona de confort'), y la ansiedad que noté en la cara de "Dominga" al salir de ahí. Anye, por el otro lado, se quedó enganchada con la parte de abajo ('...y entonces te das cuenta de que realmente no tenías ningún confort'), y la cara de satisfacción de "Dominga" al "salir de la zona de confort". En Psicología, lo que Anye y yo hicimos se llama "proyección", y es cuando desplazamos nuestro propio mundo interno en algo externo, adjudicándole un significado que es puramente propio: yo me conecté con la ansiedad de salir y Anye con la emoción de salir. Y, mientras más lo hablábamos, más nos dábamos cuenta que nuestros puntos de vista respondían a nuestra realidad en ese momento.

Lo que me hizo pensar:

¿Será que la zona de confort podría significar cosas diferentes para cada persona?

¿Será que la zona de confort podría tener un significado distinto para mí en distintos momentos de mi vida?

¿Será que la "ansiedad" y/o "emoción" frente a la zona de confort, podrían indicarme cómo me estoy sintiendo en un determinado momento?
"Daria, no puedes pasar el resto de tu vida ahí. Sí puedo, una vez que me instalen el Wifi." 

Debo confesar que tuve una pre-conversa hace un par de semanas, incluso mucho antes de este intercambio con Anye, donde empecé a hablar sobre "repensar la zona de confort" y que quizás fue el origen de esta reflexión. Le contaba a mi amigo Bernardo, a quien también quiero + admiro muchísimo, sobre cómo me estoy sintiendo con mi capítulo profesional en este momento, y cómo he estado retomando cosas de a poquito –en un ritmo y tiempo que se siente congruente– y las emociones que he estado sintiendo en este proceso.

Por ejemplo, he notado cuánto ha cambiado mi forma de crear contenido. Cuando antes publicaba en Instagram casi que 2-3 veces por semana, creaba contenido para mi podcast y escribía este newsletter –hoy en día me encuentro haciendo un tercio de lo que hacía antes (o incluso menos), y no solo no me molesta: me gusta, me hace sentido, y se siente cómodo para mí. Le compartía a Bern esa tensión interna que tengo, porque precisamente por mi naturaleza ambiciosa e innovadora, me siento rara de estar tan a gusto de dónde estoy ahorita mismo. Casi como si hubiese estado muy acostumbrada a "salir de mi zona de confort" y, como Daria en el GIF que compartí arriba, ahora solo quisiera quedarme ahí un ratito.

Bern, tan compasivo + contenedor como siempre, me dijo algo que me ayudó a aliviar un poco esa ansiedad: "quizás la zona de confort no necesariamente es mala." Conversándolo con él, logramos reflexionar sobre cómo la sociedad ha tendido a "demonizar" la zona de confort, quizás –intencionalmente o no– haciéndonos sentir que "debemos" estar constantemente saliendo de ahí. Asociando con este estado palabras con una carga emocional pesada, como por ejemplo: mediocridad, comodidad, pereza, desgano, desmotivación, entre otras.

Le compartí este hallazgo/reflexión a Anye, y ella la asoció con esta cultura de "hustle" en la que vivimos (ajetreo, es la palabra en español que encontré para esto). La cultura de "hustle" es una cultura de rapidez, sobre-trabajo, urgencia, productividad y ajetreo (valga la redundancia) que la sociedad no solamente nos ha condicionado a tener, sino que también se ha reforzado y normalizado a tal punto de hacernos sentir culpables cuando conscientemente elegimos un camino distinto –similar a como me ocurrió a mí. Caemos en lo que Carola, amiga + hermana + diseñadora extraordinarie, llama el "hamster wheel de la productividad" –esa sensación como si estuvieras en una rueda de hámster, constantemente corriendo y corriendo solo para mantener la rueda andando.

Me siento físicamente ansiosa viendo el GIF que compartí, y creo que esa sensación refleja a la perfección cómo me siento con esta cultura que no para, y lo que siento que me ocurre con la forma en la que nos han vendido la "zona de confort". La sensación que tengo, es como si nos hubiesen enseñado que la zona de confort debe ser un lugar incómodo, del que tenemos que salir rápidamente. Y mi hipótesis es que cuando nos condicionan de esta forma (con "debes" y "tienes que") se cierra el espacio para quedarnos en el aquí y ahora y descifrar cómo nos sentimos con lo que hay.

¿Qué pasa si la zona de confort es precisamente lo que necesito hoy en día?

¿Qué pasa si la "ansiedad" de salir de la zona de confort –como le pasó a Dominga en el post de IG que compartí– es un temor justificado y vale la pena explorarlo, pero frente a la presión de "salir rápidamente de ahí" queda como un miedo sin procesar ni curiosear?

¿Qué pasa si, quizás, tenemos permiso a tener "temporadas" donde nos movemos fuera y dentro de la zona de confort?

¿Qué pasa si al despojarnos de la presión de dónde "deberíamos" estar, podemos ir recuperando un permiso para sentir cómo se siente navegar fuera y dentro de esa área cómoda?
En mi mente, así me veo cuando escribo estas preguntas.

Quizás, la zona de confort puede ser precisamente eso que alguien esté necesitando en un determinado momento: confort. Y, no puedo evitar reirme mientras escribo esto, porque me encuentro contradiciendo a la Mariana del pasado. Esa Mariana del pasado que hasta hizo un episodio del podcast sobre "por qué es importante salir de la zona de confort" (E016, por si quieres escucharlo con oídos críticos). Cuando me encuentro cambiando de opinión, me acuerdo de una frase de Walt Whitman que dice algo similar (y que resuena con el tema de mi newsletter de la semana pasada):

¿Me contradigo? Pues, muy bien, me contradigo. Soy grande, contengo multitudes. - Song of Myself, por Walt Whitman

Quizás la zona de confort, más que ser un lugar para "salir", puede ser un lugar para "sentir" –y, a partir de ahí, ir descifrando cómo nos estamos relacionando con ese lugar. Pero, creo que en un afán de "salir" de ahí –de buscar el próximo paso, de querer contestar rápidamente el "y, ¿ahora qué"?, de estar en piloto automático adaptándonos a la cultura de ajetreo que siempre nos pide más y más– perdemos oportunidad para descifrar si ese confort se siente congruente con nosotras y nosotros.

Cuando estaba conversando con Anye sobre esto (y ahora que lo escribo, me encuentro sintiendo una profunda gratitud por la forma en la que puedo ir haciendo sentido de las cosas de manera colaborativa con las personas a mi alrededor), ella me lanzó una pregunta que me pareció súper válida y oportuna:

¿Cómo sé cuando la zona de confort es reconfortante + segura porque es lo que necesito o cuando es limitante porque me quedé ahí más de lo que era necesario?

La respuesta corta: no sé.

Pero, seamos honestas y honestos, ¿cuándo he sido de dar respuestas cortas?

La respuesta larga: creo que aquí es donde es importante basarnos en nuestra sabiduría personal, nuestra intuición y nuestra propia brújula de lo que hace sentido para nosotras y nosotros. En mi propia experiencia, he encontrado que cuando un lugar emocional (o físico) ya se siente limitante para mí, lo siento en mi cuerpo. Siento la restricción y el deseo de ir más allá. Y, por el otro lado, cuando un lugar emocional o físico se siente cómodo y seguro para mí, siento un deseo de quedarme ahí un rato y disfrutar esa temporada.

Similar a otro post que encontré recientemente:

"Pensé que necesitaba más y más, pero lo que realmente necesitaba era disfrutar lo que tenía." - @newhappyco

Quizás de eso se trata y es justamente mi invitación con la reflexión de hoy: dejar de ver a la "zona" de confort como un lugar rígido y fijo, y quizás empezar a verlo como una etapa, una fase, o –mi favorito– una temporada. Y quizás nuestra experiencia se trata de oscilar entre temporadas de confort + seguridad, y temporadas de incomodidad + asumir retos. Este cambio de perspectiva me ayuda a relacionarme con la "zona" de confort desde un lugar un poco más compasivo, tranqui, abierto, y de aceptación. Y me ayuda a empezar a confiar en mí misma para descifrar en qué temporada me encuentro, y hacer las paces con que quizás es precisamente esa, la temporada que necesito vivir en ese momento.

Mi gentil recorderis para el día de hoy:

"Somos seres rítmicas/os. No estamos diseñadas/os para estar en una espiral fija y hacia arriba de crecimiento y auto-superación. Navegamos primaveras de crecimiento, veranos de florecimiento, otoños de marchitez y temporadas de invierno." - @nicolajanehobbs, compartido por la genial Dani de @wholisticbydgt

Si necesitas un epi para seguir pensando y reflexionando sobre el tema:

E072: ¿Por qué nos cuesta escuchar a nuestra intuición?


Lecciones de The Upside Down™️

Ya sabes cuánto me encanta hacer posts de salud mental sobre series, y bueno, finalmente estrenó la nueva temporada de Stranger Things y no me pude contener. Así que, te la dejo aquí abajo para que leas el post completo:

Temas de Salud Mental en Stranger Things

Stranger Things: Vol. I (2022)

Yo sé que ya hice el post y te lo compartí, por lo que no debería sorprenderte que comparta esta serie en mis recomendaciones de la semana. Esta temporada es, sin duda, mi favorita hasta el momento. El tema de salud mental (y salud mental en adolescentes, si sabemos leer entre líneas) tiene un lugar prioritario en este primer volumen. No quiero contar mucho (ya saben que yo a veces spoileo sin querer), pero basta con decir que se puede sacar un montón de lecciones emocionales.

¡Recomendadísima! Disponible en Netflix.

¿Por qué es tan difícil la atención plena?

He estado intentando practicar la atención plena desde hace un par de años, y quien también ha estado en este camino sabe cuán difícil y retador puede ser. Este maravilloso artículo de Arthur Brooks para The Atlantic nos explica por qué practicar la atención plena (o mindfulness, en inglés) puede ser doloroso y desafiante. Atención plena para aceptar nuestra experiencia emocional como sea que esté apareciendo, y resistir la tentación de huir de nuestras emociones –por más incómodas, displacenteras, y dolorosas se puedan sentir.

Para leerlo haz clic abajo:

♥️Amorcito que recibe Adentro♥️

Me despierto feliz los viernes, porque además de que empieza el fin de semana, me tomo mi cafecito leyéndote y lo disfruto enormemente!

Se ha convertido en mi rutina/ritual de los viernes. Incluyo ambas palabras porque el valor que le saco es tan pragmático como lo es mágico☕️🧡.

-Cristina P.

Para escribir en tu journal:  

  1. ¿En qué temporada te encuentras ahora mismo?
  2. ¿Cómo se está sintiendo para ti?
  3. ¿Cómo puedes honrar lo que estás necesitando hoy?

Y con estos últimos pensamientos me despido por hoy.

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¡Espero que tengas un lindo fin de semana!

Un abrazo,

Mariana♥️