Los brotecitos de crecimiento🌱

Esta semana se conmemoró el Día de Acción de Gracias, el cual celebro por mi abuela paterna –mi abuelita Velia– quien era originaria de Des Moines, Iowa. Es una fiesta que guarda un lugar muy especial en mi corazón porque me recuerda a mi familia. Hoy en día, la misma se ha vuelto tan grande que no cabemos en una sola mesa (literalmente), pero las tradiciones de mi abuelita se siguen honrando en cada mesa familiar –sin importar el lugar, país o día en el que se celebra.

Es una festividad para practicar intencionalmente la gratitud, una emoción que nunca viene de más incorporar en nuestro vocabulario emocional. Hoy, mi gratitud la extiendo a ti: que me lees y reflexionas conmigo semana tras semana. Me siento muy afortunada + agradecida de tenerte en este espacio y esta comunidad. Gracias por regalarme tu tiempo y tu cariño digital, significa muchísimo para mí.

Como siempre, te comparto el acompañamiento musical para esta edición, ¿te parece si iniciamos con la reflexión de hoy?


Siempre he sido de las que en las fiestas familiares gravita hacia los bebés. Me parecen la cosa más hermosa del mundo y me asombra cómo –a lo largo de sus primeros años de vida– van cambiando tanto de mes en mes. Sus cerebritos en desarrollo son algo que me parece absolutamente fascinante, su sabiduría corporal es algo que me vuela la cabeza, y el complejo mundo de la maternidad nunca me termina de sorprender –tres cosas que se pusieron en evidencia cuando fui a visitar la semana pasada a mi sobrinito de un mes de nacido.

Recuerdo cuando mi hermana tuvo a mis sobrinas, lo que me adentro mucho más al complejo mundo de la maternidad, que cada decisión que tomaba (y la ciencia detrás de las mismas) me asombraba muchísimo. El horario de lactancia, el horario de sueño, los ejercicios físicos, los síntomas cuando le sale el primer diente, remedios caseros... ¡cuánta cosa! De verdad que me deja sintiendo una profunda admiración por el cerebro en desarrollo de bebé y de mamá. Y es que cada vez que comparto tiempo con un bebé, aprendo (y desaprendo y reaprendo) algo nuevo, como lo fue esta vez: el brote de crecimiento.

Cuando llegué a visitar a mi sobrinito con su primer mes de nacido, me recibe con periodos largos de llanto, a lo que mi prima –con ojos de mamá babeada, enamorada y compasiva– me dice: "es que está pasando por un brote de crecimiento".

Y yo:

¿Cómo?

Para quienes, como yo, no estamos tan familiarizadas con las complejidades del mundo de los bebés, aquí les dejo una explicación bastante clara que encontré:

Los brotes de crecimiento son momentos en el desarrollo de los bebés más o menos fijos en que requieren más leche para crecer y, para eso, se ponen demandantes en sus tomas (debido a que a mayor succión, mayor producción), o parece que no están satisfechos con tomar el pecho. - Water Wipes

En resumen, un brote de crecimiento representa momentos específicos en el desarrollo físico de un bebé, donde empiezan a crecer un poco más y por ende necesitan más leche para quedar saciados. Esto, como no es de sorprenderse, evoca un sinfín de emociones en el bebé (e imagino que también en mamá): cansancio, frustración, enojo, desesperación e incomodidad. Emociones que, si para un adulto son difíciles de manejar y regular, imaginémonos en un bebé de tan solo 1 mes.

Al conocer esto, no es sorprendente entonces entender de dónde vienen los exabruptos de llanto que tuvo mi sobrinito hace una semana. Imagino que para él se siente sumamente incómodo:

  • sentir que tu estomaguito está creciendo y necesita más alimento para sentirse satisfecho, lo que redefine para él su sensación de hambre;
  • sentir que no puedes conciliar el sueño, por lo incómodo que todo esto se siente;
  • y sentir que los diferentes esfuerzos por contenerte (que te mesan, que te carguen, que te intenten distraer –como incocentemente hice yo) son en vano, porque esa incomodidad viene del proceso de crecer.
¡Que duro!

Según lo que leí, estos brotecitos de crecimiento ocurren en diversos momentos durante el primer año de vida. En mucha de la información que encontré, me llamó la atención que el mensaje de muchos especialistas hacia las madres era: "¡no se desesperen... esto pasará!" Lo que me hizo preguntarme:

Y, ¿si no solo vivimos estos brotes de crecimiento durante nuestro primer año, sino también a lo largo de nuestra vida? Quizás no físicamente, pero sí emocionalmente, relacionalmente o espiritualmente.

Y, ¿si esta incomodidad se puede experimentar en los diversos momentos en que crecemos emocionalmente a lo largo de la vida?

¿Qué emociones pueden evocar estos brotecitos de crecimiento (emocional)?

¿Qué podríamos necesitar durante los mismos? ¿Cómo podemos prepararnos para ello?

¿Te parece si lo reflexionamos juntas y juntos?

Intentemos pensar esto.

Ver los brotecitos de crecimiento de mi sobrino como una metáfora, me hace pensar en los momentos que –como adultas y adultos– nos piden crecer emocionalmente. Cuando identificamos un desencadenante emocional por primera vez; cuando tenemos una conversación vulnerable y honesta con un ser querido; cuando establecemos límites de una manera sana y amable; cuando descubrimos un patrón de relacionarnos con los demás que no es sano; cuando nos damos cuenta de las partes de nosotras y nosotros que no hacen sentido con la persona en quienes nos estamos convirtiendo; cuando vamos incorporando identidades y partes nuevas en nuestro mundo interno; y, así, un sinfín de situaciones emocionales más.

Cada una de estas experiencias, aún cuando pueden ser increíblemente iluminadoras y reveladoras, también se pueden sentir súper incómodas –así como la experiencia que un bebé esté creciendo sano puede ser emocionante y algo para regocijarnos, así como representar un nuevo desafío. En ambas experiencias, nos pide que integremos aquello que conocíamos (lo cómodo) con aquello nuevo (lo incómodo), y a veces navegar esto se puede sentir super frustrante, cansón y desafiante. Es complejo y multicapa, porque somos complejos y multicapa y crecer –independientemente en el área que sea– se puede sentir como una experiencia multifacética.

Muy similar a lo que imagino fueron las sensaciones de mi sobrinito durante ese brote de crecimiento, acostumbrarnos a un movimiento interno puede resultar en en una experiencia sumamente incómoda. A su vez, tener a una mamá (es decir, un espacio seguro) que paciente + amorosamente contiene esa incomodidad, es lo que va haciendo de esta experiencia algo un poco más manejable. La paciencia que evidencié ese día me conmovió de sobremanera: verla tan conectada con su bebé, con capacidad de entender y nombrar lo que le estaba pasando, y acompañarlo a través de este brote me hizo sentir mucho más admiración por ella y todas las madres suficientemente buenas que hacen este difícil trabajo.

Subrayé la palabra "acompañarlo" de manera muy intencional, porque si equiparamos esa observación a lo que nosotras y nosotros (de adultas y adultos) pudiésemos necesitar durante nuestros propios brotecitos de crecimiento, creo que el acompañamiento seguro, paciente + amoroso que recibimos del afuera hace toda la diferencia del mundo. Así como no se puede evitar un brote de crecimiento en un bebé (independientemente de si manifiesta síntomas o no), tampoco se puede evitar en nosotras y nosotros. Y, quizás, si hacemos las paces con que lo que vamos a atravesar va a sentirse incómodo y raro –también podemos abrirnos más a ser acompañadas y acompañados por los demás en esta transición, así como ofrecernos una mirada más amorosa, paciente y compasiva a nosotras/os mismas/os.

La gente cambia.

Mi intención con la reflexión de hoy va (como suele pasar) por diferentes vías. Por un lado, invitarnos a hacer las paces con los brotes de crecimiento emocional que atravesamos y todo el sinfín de emociones (hasta contradictorias) que eso nos puede hacer sentir. Por otro lado, recordar que estos brotecitos de crecimiento –así como con los bebés– tienen una temporalidad: esto no se va a sentir incómodo para siempre. Y, por otro lado –así como con los bebés– permitirnos tener un acompañamiento paciente, amoroso, empático y compasivo mientras atravesamos esta experiencia, puede ser profundamente reparador.

Quizás si aceptamos que parte de esta hermosa aventura de mirar hacia adentro implica atravesar varios brotecitos de crecimiento, podemos tener más apertura hacia las emociones que esto nos puede hacer sentir. Y, así, en lugar de pelearnos con la incomodidad, podemos abrazar que la misma puede representar una ruidosa evidencia que estamos creciendo, transformándonos y cambiando de forma –algo necesario y maravilloso a lo largo de nuestra vida.

Mi gentil recorderis para el día de hoy:

"Quiero espacio para crecer, espacio para cambiar, espacio para hacer las cosas de una manera diferente, espacio para volverme más yo." - @_lisaolivera

Si necesitas un epi para seguir pensando y reflexionando sobre el tema:

E053: ¿Las crisis pueden ayudarnos a crecer?


¿Para qué cerrar el año con auto-compasión?

Últimamente, me ha estado picando el bichito de hacer IG Lives, y el más reciente que hice fue sobre la importancia de incluir la auto-compasión al ir finalizando el año.

Puedes volver a verlo haciendo clic abajo:

Si te interesa el tema, o quieres conscientemente practicarlo al ir cerrando tu año 2022, te invito a que le des una visita al taller virtual que estaré ofreciendo a fin de año. Lee más por acá:


La clave para cultivar amistades sanas

La sesión de Acompañar de Octubre fue sobre este tema y, desde entonces, no ha dejado de estar en mi mente. Este artículo, escrito por Marisa G. Franco para The Atlanic, habla sobre cómo nuestro estilo de apego aparece en nuestras amistades, y ofrece algunas cositas a tener en mente para entrar con un poco más de confianza en nuestras relaciones platónicas.

Para leerlo haz clic abajo:

♥️Amorcito que recibe Adentro♥️

Mariana, sólo sé decir ¡Mil gracias!. Gracias por crear este espacio de vulnerabilidad, gracias por mover mis fibras, gracias por acompañarme a través de este newsletter, gracias por retarme, cuestionarme y ayudarme a hacer introspección cada viernes.

Agradezco haber encontrado este contenido y anhelo profundamente seguirte leyendo.Te envío un poderoso abrazo.

-Ariadna M.

Para escribir en tu journal:

  1. ¿Cómo navegas tus brotecitos de crecimiento?
  2. ¿Cómo haces sentido de esa incomodidad?
  3. ¿Qué necesitas durante tus brotecitos de crecimiento?

Y con estos últimos pensamientos me despido por hoy.

¿Qué te pareció este newsletter? ¡Responde a este correo y cuéntame!

Reenvíaselo a alguien a quien quieras acompañar en su brotecito de crecimiento.

Si eres nueva/o y quieres leer newsletters pasados, haz clic aquí.

Si estás visitando, recuerda suscribirte aquí.

¡Espero que tengas un lindo fin de semana!

Un abrazo,

Mariana♥️