Lo que me recuerdo para permitirme sentir⚓️

Canalizando la energía Dani Rojas para este mes de mayo –y para tolerar el duelo que con cada semana que pasa, se acerca el episodio final de Ted Lasso :(

Espero que hayas tenido un buen inicio del mes de mayo. He estado notando una tendencia reflexiva, lenta y pausada en esta última semana, y lo he sentido como una invitación para ir un poquito más despacio y tomar decisiones más pausadas. Y he estado reaprendiendo cómo darle la bienvenida a estos momentos de quietud y pausa como importantes y válidos –y parte de la vida misma. Recientemente escuché un epi del podcast Creative Pep Talk por Andy Pizza, recomendación de mi amigo Gabo, que justo hablaba sobre darle la bienvenida a los momentos lentos de quietud –y siento que me ha ayudado mucho a navegar esos espacios.

Espero que estés pudiendo extenderte gracia en cualquier espacio de transición que estés atravesando en este momento. Como siempre, te comparto el acompañamiento musical para esta edición. Y, también te recuerdo que aquí puedes encontrar el playlist oficial de adentro.

¿Te parece si iniciamos con la reflexión de hoy?


Una idea errónea que las personas a veces tienen de mí es que asumen que por andar con mi cantaleta de "todas las emociones son válidas" o "no hay emociones ni buenas ni malas", automáticamente disfruto sentir todas las emociones. Y, lamento destruir esa creencia, pero no.

Para nada.

Es un error común

Que yo trabaje diariamente en darme permiso para sentir (y en invitarte a que tu hagas lo mismo) no significa que me encante sentir todas las emociones. ¿Reconozco que darme permiso de sentir es importante? . ¿Disfruto el proceso de sentir mis emociones? No siempre. De hecho, hay varias que son bastante incómodas para mí, y hoy te quiero contar sobre dos de ellas que sentí puntualmente esta semana, y lo que me descubrí haciendo para manejarlas.

La semana pasada sentí dos emociones que no me gusta sentir para nada: culpa e impotencia (emoción bonus: frustración, al darme cuenta que hay algo fuera de mi control). Gracias a el trabajo interno que he estado haciendo por años, he logrado desarrollar una mayor precisión y apertura al momento de nombrar mis emociones. Por lo cual, apenas las fui sintiendo en mi cuerpo se me hizo un poco más fácil identificarlas y nombrarlas. Sin embargo, sentirlas es un proceso totalmente diferente –que aún con años de práctica, no deja de ser una curva de aprendizaje y una experiencia que a veces no quiero atravesar.

Conscientemente, sé que todas las emociones tienen un lugar, un valor y una necesidad que cumplir en nuestra vida. Conscientemente, sé que darle permiso a las emociones, incluyendo las más incómodas –especialmente, las más incómodas– es una herramienta imprescindible para seguir conectándome con mi mundo interno y mejorando mis relaciones. Conscientemente, sé que permitirme sentir es la manera más sana de vivir con mis emociones.

Y a la vez, a veces...

Ayala vida, ¡qué incómodo es sentirlas!

Cuando la culpa y la impotencia, dos de las emociones que menos disfruto sentir, aparecieron en mi día, me sentí tentada a no lidiar con ellas.

Cuando sentí culpa, me sentí tentada a despojarme de ella cuanto antes, deshacerme de esta emoción tan incómoda. Fui notando cómo aparecía en mí el deseo de hacer lo posible para aliviar la incomodidad. Pero, lo que no estaba siendo tan evidente (y es precisamente la razón por la cual fue tan importante la pausa y reflexión que mencioné al inicio del newsletter) es que deshacerme de mi culpa implicaba pérdidas. Y es que, deshacerme de mi culpa implicaba retractarme de una postura que había tomado, y eso en sí implicaba traicionarme a mí misma y los límites que había puesto. Y que lástima hubiese sido poner en riesgo elementos tan importantes como la confianza en mí misma y mi capacidad de límites, por el alivio inmediato de no sentir la culpa.

Algo muy similar ocurrió con la impotencia. Cuando la sentí junto con la frustración que las cosas no salieran como yo quería, apareció el impulso de no querer lidiar con eso. Y, de haber elegido ese camino, quizás hubiese forzado algo que no estaba fluyendo y me hubiese perdido la oportunidad de aceptar la incertidumbre + sorpresa incómoda de la vida, y tomarla como una oportunidad de descubrir, de pausar y de reflexionar. Despojarme de la impotencia –por el alivio inmediato de no sentirla– me hubiese llevado a un lugar de apresurar procesos que quizás no se estaban dando por una razón. E, incluso a un lugar de conectarme con algo desde la urgencia e inmediatez –dos elementos que intento intencionalmente desafiar y mantener al márgen en mi vida.

Yo internamente: "esta es una decisión difícil"

Sin saberlo, darme permiso de sentir la culpa y la impotencia –por más incómodas, displacenteras, frustrantes y desagradables que sean– me dieron algo mucho más grande. Una certeza emocional que escucho y predico, pero que a veces no me doy el espacio para concientizarla e integrarla en mi vida. Una verdad que quiero compartir contigo hoy, y con la cual me comprometo a usar como un recorderis para la próxima vez que esté tentada a no sentir una emoción:

✨Las emociones son temporales✨

Ajá, te daré chance que esa lección aterrice en ti

Identificar la culpa y la impotencia, nombrarlas, darme permiso de sentirlas y hacer las paces con que esas eran las emociones que estaban apareciendo para mí en ese momento fueron los pasos necesarios para que esas emociones se fuesen disolviendo poco a poco de mi mundo interno y de mi organismo. Después de 32 años finalmente lo entendí: la manera para que las emociones desagradables se vayan evaporando es permitirnos sentirlas.

Resistir la tentación de resolverlas, y solo sentirlas.

Permitirme sentir esas emociones resultó ser el ingrediente mágico para que las mismas se fuesen evaporando poco a poco. Y esa experiencia me dejó con la gran enseñanza de que si hay algo en lo que puedo confiar acerca de las emociones, es en la temporalidad de las mismas. Las emociones son mensajeros, guías, espejos, linternas, semáforos, faros de luz y brújulas para hacer sentido de lo que pasa internamente y externamente. Su presencia es temporal en nuestra vida porque nos van a pasar otras cosas que van a evocar otras emociones, por ende hace sentido que las mismas transiten. Y, curiosamente, lo que ocasiona el "tráfico interno" entre las mismas, es cuando las queremos ignorar o queremos deshacernos de ellas.

Que deli suena un mundo interno despejado, y permitirnos sentir las emociones ayuda a hacer esa sensación una realidad

Mi intención con la reflexión de hoy es invitarte a pensar en la forma en la que te das permiso para sentir; y a reflexionar en el primer instinto que aparece en ti cuando te enfrentas con emociones incómodas. Sé que sentir las emociones displacenteras no es una experiencia agradable –de ahí la palabra– pero estoy convencida que si reaprendemos a darle permiso a que emerjan en nuestra vida, nos estamos cuidando para vivir vidas y relaciones más sanas. Y, espero que la certeza de que son temporales te ayude tanto como a mi a permitir su tránsito.

Hoy, elijo abrazar la temporalidad de mis emociones y uso esta certeza como un ancla que me permita quedarme en el mar emocional cuando aparecen emociones muy incómodas o desagradables para mí. Así como los anclas, los bajamos y subimos cuando estamos listos para quedarnos o movernos. Me conecto con la temporalidad de mis emociones para regalarme la calma de que me puedo dar permiso de sentir mis emociones y quedarme con ellas. Y, despedirlas cuando elijan culminar su travesía por mi mundo interno –respetando que sus tiempos y ritmos pueden ser distintos a los míos, y que eso está bien.

Mi gentil recorderis para el día de hoy:

"Me siento con cada parte de mí: mi dolor, mi alegría, mi duelo, mis pérdidas, mis temores, todas mis partes. Y las abrazo todas con amor. Solo quieren ser vistas y liberadas." - @christineowensart

Si necesitas un epi para seguir pensando y reflexionando sobre el tema:

E008: ¿Existen las emociones buenas o malas?


(Ahora sí)... ¡Pronto anuncio algo muy emocionante!

La semana pasada tuve algunos inconvenientes técnicos que me dificultaron compartirles lo que les quería compartir. Así que, hoy estoy de nuevo por acá diciéndoles que pronto les compartiré algo que me tiene muy ilusionada + emocionada, pero me reservaré fecha exacta para evitar más decepciones😂

¡Espérenme tantito que estoy trabajando muy duro en poder compartirles esto muy pronto!

Leer libros y su impacto en la mente

A inicios de este año me propuse la tarea de leer más libros. Creo que cuando me fui a estudiar mi maestría estaba tan saturada de leer todo el día que solté ese hábito un poco, y el año pasado fue un año de reconocimiento así que tampoco incorporé mucho el hábito. Pero, he estado intencionalmente leyendo antes de ir a dormir o incluso los fines de semana en casa, y me he vuelto a enamorar de todo lo que nos ofrecen los libros.

Recientemente, me topé con este artículo publicado en Psych Magazine que habla sobre la biblioterapia, una técnica que utiliza los libros como una manera de ayudar a sanar dificultas emocionales complejas. Por supuesto que me enganchó, y me hizo pensar en cómo cada buen libro que leo me transforma y me invita a pensar en cosas que no había hecho antes. Algo de lo que escribí recientemente por acá.

Puedes leer el artículo haciendo clic abajo:

♥️Amorcito que recibe Adentro♥️

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-TC

Para escribir en tu journal:

  1. Anota 1-3 emociones que se sienten incómodas para ti...
  2. ¿Qué hace que estas emociones se sientan difíciles de sentir?
  3. ¿Notas algún impulso de hacer algo con ellas? ¿Cómo se siente darte cuenta de esto?

Y con estos últimos pensamientos me despido por hoy.

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Un abrazo,

Mariana♥️